El Portal Mágico de Lila



Era una tarde soleada cuando Lila, una niña de curiosos ojos azules y rizados cabellos dorados, estaba jugando en el parque. De repente, detrás de un viejo roble, encontró algo sorprendente: un portal brillante que giraba con colores del arcoíris.

"¿Qué será esto?" se preguntó Lila, mientras se acercaba despacio. Era un círculo radiante, como una puerta de cristal que reflejaba todo a su alrededor. Sin pensarlo dos veces, Lila dio un paso adelante y, al cruzar el umbral, se sintió como si estuviese volando.

Al aterrizar, Lila se encontró en un mundo fascinante. Había gigantescas flores que hablaban, ríos de chocolate y criaturas fantásticas que jugaban a la pelota. Un pequeño dragón de colores la saludó emocionado.

"¡Hola! Soy Pipo. ¡Bienvenida a Fantasialandia!"

"¡Hola, Pipo! Esto es increíble. ¿Puedo jugar con ustedes?"

- “¡Claro! ¡Vení! Vamos a jugar al escondite."

Así comenzó la aventura de Lila. Junto a Pipo y otros amigos, como una unicornio brillante llamada Estrella y un duende travieso llamado Tico, corrieron, rieron y jugaron en un sinfín de juegos. Jugaron a la búsqueda del tesoro en bosques encantados y volaron sobre las nubes en lomos de grifos. Lila nunca había sido tan feliz.

Pero al caer la noche, Lila se sentó a contemplar la luna y sintió una punzada en su corazón. Extrañaba a su familia, a su perro Rufus, y, sobre todo, a su mamá que siempre le contaba cuentos antes de dormir.

"¿Qué pasa, Lila? Te veo pensativa," le dijo Estrella, acercándose con ternura.

"No sé cómo volver a casa. Me encanta estar aquí, pero extraño a mis seres queridos."

El dragón Pipo, con su voz suave, intervino:

"Podemos ayudarte, Lila. El portal aparecerá una vez más cuando la luna esté en su punto más alto. Solo tienes que desear regresar mientras miras al cielo."

A medida que la luna ascendía, Lila se despidió de sus nuevos amigos, asegurándose de guardar en su corazón los momentos vividos.

"Prometo volver a visitarlos. ¡Gracias por la mejor aventura de mi vida!"

Con lágrimas en los ojos, Lila miró hacia la luna y deseó volver a casa. En un instante, el portal apareció de nuevo. Dándose una última vuelta, se despidió con la mano:

"¡Hasta pronto!"

Al cruzar el portal, Lila llegó de vuelta al parque, justo donde lo había dejado. El sol comenzaba a esconderse, y el cielo estaba pintado de tonos anaranjados y violeta. Miró a su alrededor emocionada, buscando a su familia.

"¡Mami! ¡Papá! ¡Rufus! ¡Volví! Ustedes no van a creer lo que me pasó. Encontré un portal a un mundo mágico, jugué con un dragón y conocí un unicornio..."

Sus padres, sorprendidos, la abrazaron con fuerza mientras la miraban con admiración.

"Amor, cuéntanos todo lo que viste y aprendiste."

Mientras Lila les contaba su aventura, se dio cuenta de que la magia no solo existía en Fantasialandia, sino también en el amor de su familia y en los momentos compartidos juntos.

Y así, cada noche, mientras su madre le contaba sus propios cuentos de aventuras, Lila soñaba con regresar a su mundo mágico, con la certeza de que siempre llevaría esa chispa de magia dentro de ella.

Desde entonces, Lila aprendió que la curiosidad y el valor de explorar son importantes, pero también lo es el amor y la conexión con los que queremos. Así, cada vez que miraba la luna, se acordaba de sus amigos en Fantasialandia y de cómo siempre se podía encontrar un poco de magia en cada día.

El fin.

FIN.

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