El Portal Mágico del Bosque
Erase una vez en un rincón lejano de Argentina, donde el cielo se teñía de colores brillantes al atardecer, había una pequeña casa de madera. Esta casa pertenecía a una niña llamada Luna, que amaba explorar el vasto bosque que rodeaba su hogar. Siempre había ruido de risas y juegos en la casa, pero lo que menos sabía Luna era que esa mañana su vida iba a cambiar para siempre.
Un caluroso día de verano, decidió aventurarse más allá de donde solía ir. Mientras paseaba, escuchó un susurro proveniente de una gran roca cubierta de musgo.
"¿Hola? ¿Hay alguien ahí?" - preguntó Luna, acercándose con curiosidad.
A la piedra le salió una pequeña cara sonriente, era un zorro llamado Zuri, que aparentaba ser muy antiguo, con ojos astutos y una curiosidad insaciable.
"Hola, pequeña. Soy Zuri, el guardián de este bosque. ¿Sabías que hay un portal mágico escondido aquí?" - dijo el zorro, moviendo su cola.
Luna, fascinada, abrió los ojos como platos.
"¿Un portal? ¿Adónde lleva?" - preguntó emocionada.
"A lugares maravillosos, donde los animales hablan y la energía de la naturaleza es más fuerte. Pero, hay que tener cuidado, ya que cada uso del portal necesita un tipo especial de energía. Se dice que sólo puede ser activado por alguien que tenga un corazón puro, que ame la naturaleza y quiera hacer el bien." - explicó Zuri.
Luna sabía que ella amaba el bosque y a todos los animales que allí vivían, así que, decidida, le dijo:
"Quiero ir. ¡Quiero ayudar!"
Zuri sonrió y le condujo a un claro donde se alzaba un arco de luz resplandeciente.
"Para activarlo, debes cantar una canción del bosque que invoque la energía de la naturaleza. ¿Puedes hacerlo?" - dijo Zuri.
Luna pensó por un momento y comenzó a cantar la melodía que solía escuchar a sus padres cuando paseaban:
"Verde es el campo, azul es el cielo, juntos en armonía, bailando ligero. Los árboles susurran, la flor ríe, hoy vamos al bosque, ¡donde el sol brilla!".
Al terminar de cantar, el portal comenzó a brillar más intensamente. Con un gran destello de luz, se abrió ante ella.
"¡Vamos!" - exclamó Zuri "¡El bosque te espera!".
Ambos saltaron a través del portal y se encontraron en un lugar impresionante. Animales de todo tipo estaban reunidos, charlando y jugando entre ellos. Había ciervos que jugaban al escondite, aves de colores que cantaban en armonía y hasta un viejo búho que contaba historias de tiempos pasados.
Sin embargo, en medio de la alegría, Luna notó que algo no andaba bien. Muchos animales estaban preocupados.
"¿Qué sucede?" - preguntó Luna.
- “Hay un volcán cercano que ha estado despertándose y podría hacer que la energía del bosque se altere. Sin nuestra energía en equilibrio, los portales se perderán y no podremos volver a nuestros hogares.” - explicó el búho.
Luna, con una chispa de valentía e ingenio, recordó que su abuela le había enseñado sobre el equilibrio y el poder de la reciprocidad en la naturaleza.
"¡Necesitamos ayudar al volcán!" - exclamó.
"¿CÓMO?" - preguntó Zuri, atónito.
"Debemos reunir a todos, como en mi canción, equilibrar la energía." - La niña se puso en marcha, invitando a todos los animales a que se unieran: los ciervos corrieron a alertar a los demás habitantes del bosque.
Cada animal trajo algo: hojas, piedras, agua. Juntos, construyeron un altar con todos esos elementos que representaban la energía y el equilibrio de la naturaleza. Después de un hermoso ritual en el que todos ofrecieron su voz, el altar brilló y un rayo de luz se dirigió hacia el volcán.
De repente, el volcán dejó de temblar, y el bosque se llenó de energía vital.
"¡Lo logramos!" - gritaron todos.
El búho la miró con gratitud:
"Eres valiente, Luna. Has restaurado el equilibrio y el portal estará siempre disponible para ti y para aquellos que buscan hacer lo correcto."
"Gracias, no lo hubiera hecho sin todos ustedes" - dijo Luna, sonriendo.
Los animales comenzaron a bailar y cantar en celebración. Luna se sintió feliz al ver esa armonía, y cuando llegó el momento de regresar, Zuri la llevó de vuelta al portal.
"Nunca olvides la lección que aprendiste aquí. La energía del bosque reside en todos nosotros y al estar unidos somos más fuertes."
Luna regresó a su hogar, con historias en su corazón y aprendiendo a amar y cuidar su entorno aún más. Desde entonces, ella nunca dejó de explorar y compartir sus aprendizajes con todos. Y así, cada vez que oía el susurro del viento en los árboles, sonreía, sabiendo que, gracias a su amor, la magia del bosque siempre estaría presente.
FIN.