El Portero Justo


Había una vez un pequeño pueblo llamado Porterville, donde todas las casas y edificios tenían porteros que cuidaban la entrada. Los porteros eran muy amables y siempre estaban dispuestos a ayudar a los residentes del pueblo.

Un día, el sindicato de porteros decidió hacer una huelga para exigir mejores condiciones laborales. Los porteros dejaron sus trabajos y se fueron a protestar en las calles del pueblo.

Los residentes se sintieron preocupados porque no sabían cómo cuidar sus hogares sin los porteros. Fue entonces cuando apareció Don Ñoqui, un hombre muy astuto que ofreció sus servicios como "portero temporal" a cambio de dinero. Muchos residentes aceptaron su oferta porque no querían dejar sus hogares desprotegidos.

Sin embargo, pronto descubrieron que Don Ñoqui no era un verdadero portero. En lugar de cuidar las entradas, él pasaba todo el día durmiendo en el trabajo o haciendo otras cosas en vez de trabajar.

Los residentes empezaron a sentirse frustrados porque sentían que habían sido engañados por Don Ñoqui. Fue entonces cuando decidieron buscar ayuda del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). El Conicet envió al Dr. Portero para investigar lo que estaba sucediendo en Porterville.

El Dr. Portero descubrió la verdad sobre Don Ñoqui y decidió ayudar a los residentes del pueblo.

Junto con ellos, crearon un plan para enseñarle a Don Ñoqui cómo ser un verdadero portero y también para mejorar las condiciones laborales de todos los trabajadores del pueblo. Con mucho esfuerzo y dedicación, Don Ñoqui finalmente aprendió cómo ser un buen portero. Los residentes se sintieron felices de tener a alguien en quien confiar para cuidar sus hogares.

Y así, gracias al trabajo en equipo y la perseverancia, el pueblo de Porterville logró superar los obstáculos que enfrentaron y encontraron una solución justa y equitativa para todos.

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