El potranco en el bosque



Había una vez un gaucho llamado Pedro y una china llamada Juana, quienes vivían en las vastas praderas de la Pampa Argentina. Juntos, cuidaban del potranco más hermoso de todo el rancho.

Un día soleado, mientras Pedro y Juana se encontraban arreglando el corral, el potranco decidió escaparse y aventurarse por los campos. Al darse cuenta de lo ocurrido, Pedro exclamó preocupado:- ¡Juana! ¡El potranco se ha escapado! - ¡Ay caramba! -respondió Juana alarmada-.

Debemos encontrarlo antes de que algo malo le suceda. Sin perder tiempo, ambos emprendieron la búsqueda a caballo. Recorrieron ríos y montañas, preguntaron a otros gauchos si habían visto al potranco perdido; sin embargo, nadie tenía noticias de él.

Desesperados pero decididos a no rendirse, continuaron buscando incansablemente. Mientras tanto, el pequeño potranco había llegado a un bosque espeso donde conoció a un grupo de animales amigables: un zorro astuto llamado Rufino y una liebre saltarina llamada Lola.

- ¿Qué haces tan solo por aquí? -preguntó Rufino curioso. - Me he perdido -respondió tristemente el potranco-. Mis dueños deben estar muy preocupados por mí.

Lola tuvo una idea brillante: decidió ayudar al potranco llevándolo hasta su madriguera para esconderlo allí hasta que sus dueños lo encontraran. El plan parecía perfecto. Por otro lado, Pedro y Juana no se rindieron y continuaron buscando sin descanso.

Después de varios días, mientras cabalgaban por un sendero cercano al bosque, escucharon el relincho del potranco. - ¡Escucha, Pedro! -exclamó Juana emocionada-. ¡Es el potranco! Siguiendo el sonido, llegaron hasta la madriguera donde encontraron a Lola y Rufino junto al potranco.

Pedro y Juana estaban tan felices que abrazaron a sus nuevos amigos animales. - ¡Muchas gracias por cuidar de nuestro potranco! -dijo Pedro con gratitud. - Fue un placer ayudarlos -respondió Lola sonriente.

Pedro y Juana aprendieron una valiosa lección: nunca deben subestimar la importancia de trabajar en equipo y pedir ayuda cuando sea necesario. Además, comprendieron lo importante que es la amistad sincera. Desde aquel día, los cuatro amigos siempre estuvieron juntos.

El gaucho, la china, el zorro y la liebre disfrutaban de aventuras inolvidables explorando los campos de la Pampa Argentina mientras cuidaban del potranco perdido que finalmente encontró su hogar seguro junto a ellos. Y así, esta historia nos enseña que con determinación y apoyo mutuo podemos superar cualquier obstáculo en nuestra vida.

FIN.

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