El Potrillo Perdido



Era una mañana hermosa en el campo cuando el Señor Javier decidió dar un paseo por su tranquila granja. Mientras caminaba, escuchó un suave relincho. Al girar la vista, vio a un adorable potrillo jugando en el pasto.

"¡Hola, pequeño! ¿Eres el nuevo inquilino de la granja?", preguntó Javier con una sonrisa.

El potrillo, curioso y juguetón, se acercó saltando.

"¡Sí! Soy un potrillo y mi nombre es Trotty!", respondió entusiasmado.

Javier se agachó y acarició al potrillo. No podía creer lo amigable que era. Al día siguiente, se levantó muy temprano para volver a buscar a Trotty, pero al llegar al mismo lugar, se dio cuenta de que no estaba. En cambio, vio a una hermosa yegua de pelaje dorado.

"¡Buenos días! ¿Has visto al potrillo?", preguntó Javier un poco preocupado.

La yegua movió su cabeza y dijo:

"Hola, soy Luna. Trotty está conmigo, pero no te preocupes, está a salvo. Lo llevé de regreso a casa para enseñarle todo lo necesario."

Javier se sintió aliviado, pero al mismo tiempo intranquilo. Decidió seguir a Luna para ver cómo educaba a Trotty.

La yegua llevó al potrillo a un rincón del campo donde había un lago brillante.

"Aquí, Trotty, es donde podemos beber agua limpia. Recuerda siempre hidratarte y mantenerte fuerte", le dijo Luna.

Trotty escuchaba atentamente, con los ojos bien abiertos, lleno de emoción.

Sin embargo, de repente, un grupo de patos pasó volando muy cerca y Trotty, asustado, se dio a la fuga.

"¡Espera, Trotty! ¡No corras!", gritó Luna mientras corría tras él.

Javier, al ver esto, sintió que debía ayudar. Así que se acercó rápidamente.

"Trotty, tranquilo, no te debes asustar! Ven aquí, todo está bien", dijo Javier con voz calmada.

Trotty se detuvo y volvió hacia él, reconociendo su voz. La yegua llegó rápidamente a su lado.

"¡Bravo, Javier! Hiciste lo correcto. Es importante que Trotty aprenda a confiar en los demás hasta en momentos de miedo", dijo Luna con admiración.

Javier se sintió feliz por el elogio y vio cómo su presencia calmaba a Trotty. Desde ese día, Javier decidió pasar más tiempo con ellos. Aprendió sobre la importancia de la paciencia y la confianza, tanto en los animales como en las personas.

Con el tiempo, Trotty se volvió un campeão, corriendo por la granja con alegría mientras aprendía las lecciones de su madre y de su nuevo amigo human.

Un día, mientras correteaban por el campo, Trotty se acercó a Javier.

"Gracias por ayudarme a calmarme y enseñarme a confiar", dijo con una gran sonrisa.

"No hay de qué, amigo. Siempre estaré aquí para ti", respondió Javier con el corazón lleno de alegría.

Así, el potrillo, la yegua y el hombre formaron un vínculo inseparable, compartiendo aventuras y lecciones de vida cada día. Eran un ejemplo de que, a veces, los lazos más inesperados traen las enseñanzas más valiosas. Y en su granja, siempre había sonrisas, aprendizaje y amor por la naturaleza.

Y así, Trotty nunca olvidó cómo ser valiente cuando tenía dudas, y Luna siempre se aseguraba de que su hijo siguiera soñando y explorando el mundo que los rodeaba.

FIN.

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