El pozo de la ayuda mutua



Había una vez un hombre llamado Jesús que caminaba por el desierto. El sol estaba muy fuerte y el calor era insoportable. Jesús tenía mucha sed y buscaba desesperadamente algo para beber.

De repente, vio un pozo en la distancia. Se acercó corriendo al pozo y se asomó para ver si había agua. Pero cuando miró hacia abajo, vio que estaba vacío.

Jesús se sentó al lado del pozo, agotado y triste por no encontrar nada que calme su sed. Fue entonces cuando apareció una mujer samaritana. —"Hola" , dijo la mujer con una sonrisa amistosa. —"Hola" , respondió Jesús con voz débil. "¿Qué te pasa? Pareces cansado", preguntó la mujer preocupada.

"Tengo mucha sed pero este pozo está vacío", explicó Jesús. La mujer samaritana sintió compasión por Jesús y decidió ayudarlo a encontrar agua. Ella le contó sobre otro pozo cercano donde podrían encontrar lo que estaban buscando.

Juntos caminaron hacia el nuevo pozo mientras hablaban de sus vidas y experiencias. La mujer samaritana compartió historias divertidas e inspiradoras mientras Jesús escuchaba atentamente cada palabra. Finalmente llegaron al nuevo pozo y encontraron agua fresca y cristalina.

Jesús bebió hasta saciar su sed mientras la mujer samaritana lo observaba feliz. "Gracias por ayudarme a encontrar agua", dijo Jesús sonriendo. "No hay problema, siempre es bueno ayudar a los demás", respondió la mujer samaritana con humildad.

Jesús y la mujer samaritana se despidieron con un abrazo cálido y sincero. Jesús continuó su camino, sintiéndose renovado gracias a la ayuda de la amable mujer. La historia nos enseña que siempre es importante ayudar a los demás, incluso si no los conocemos.

La bondad puede cambiar el mundo y hacerlo un lugar mejor para todos.

FIN.

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