El Pozo de los Deseos



En un pequeño pueblo, lleno de maravillas y misterios, había un niño llamado Lucas. A Lucas le encantaba explorar los alrededores de su casa. Un día, mientras recorría un bosque cercano, encontró algo increíble: un pozo antiguo cubierto de hiedra.

- ¿Qué será esto? –se preguntó Lucas, acercándose al pozo."

Al mirar dentro, vio que no había agua, sino una luz brillante que parecía invitarlo a hacer un deseo. En ese momento, decidió probar.

- ¡Quiero una bicicleta nueva! –gritó emocionado, y de pronto, el brillo se intensificó.

Para su sorpresa, al volver a casa, encontró la bicicleta en su puerta. Lucas no podía creer lo que había sucedido. Rápidamente, salió a montar su nueva bicicleta por todo el pueblo.

Sin embargo, al día siguiente, decidió que podía pedir más deseos.

- ¡Deseo que mis amigos vengan a jugar todos los días! –dijo mientras miraba el pozo.

Y efectivamente, cada día sus amigos venían a jugar. Las semanas pasaban y Lucas, cada vez más entusiasmado, hacía deseos sobre juguetes, comidas y todo lo que le venía a la mente. Se volvió un poco egoísta; ya no quería compartir su tiempo con sus amigos porque sentía que tenía el control de todo.

Un día, su mejor amigo, Franco, se acercó.

- Lucas, ¿podés dejar de pedir deseos? Ya no parece que disfrutes de las cosas como antes.

Lucas se sintió confundido. Pero, ¿realmente no estaba disfrutando? Se dio cuenta de que todo lo que deseaba llegaba sin esfuerzo, y esto le quitaba la alegría de crear momentos únicos con sus amigos.

Decidió hacer un último deseo:

- Deseo que todos en el pueblo sean tan felices como yo.

Al instante, el pozo brilló con fuerza, pero esta vez, algo diferente ocurrió. Lucas se dio cuenta de que la felicidad de cada uno dependía del amor y la amistad, no de deseos mágicos. Por eso, en vez de hacer más deseos, optó por ayudar a sus amigos y compartir momentos con ellos.

Llenó sus tardes de juegos, enseñando a Franco a andar en bicicleta, organizando picnics en el parque y creando nuevas aventuras.

Un mes después, Lucas regresó al pozo, pero no para pedir más deseos.

- Gracias, viejo amigo –dijo sonriendo—, aprendí que la verdadera magia está en compartir y disfrutar de momentos con quienes queremos.

Desde entonces, Lucas se convirtió en el niño más querido del pueblo, no por lo que tenía, sino por todo lo que daba. Y así, el pozo se llenó de luz y sonrisas, porque el verdadero deseo de Lucas se hizo realidad: la amistad.

Y así, la historia del pozo de los deseos se convirtió en una leyenda más del pueblo, recordando a todos que la verdadera felicidad no siempre se encuentra en lo que deseamos, sino en lo que compartimos.

FIN.

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