El Pozo Mágico de la Eternidad Nocturna



Emma, Teo y Ada eran tres primos inseparables. Un día, jugando en el patio de la abuela, encontraron un viejo pozo cubierto de musgo y rodeado de plantas extrañas. Curiosos, decidieron asomarse para ver qué había al fondo.

- ¿Te imaginás lo que habrá ahí abajo? - preguntó Teo, con los ojos brillando de emoción.

- ¡Quizá haya un tesoro! - respondió Emma, llena de entusiasmo.

- O criaturas mágicas - se animó Ada, que siempre había soñado con ser una bruja.

Tomando una decisión apresurada, los tres primos se tomaron de las manos y, sin pensarlo dos veces, se lanzaron al pozo.

En lugar de caer al vacío, empezaron a flotar suavemente en un lugar donde siempre era de noche. El cielo estaba lleno de estrellas titilantes, pero no había luna. Una brisa suave les acariciaba la cara, y ante ellos apareció un enorme libro flotante que brillaba como un faro.

- ¡Wow! - dijo Emma asombrada. - ¿Qué es eso?

- Puede ser un libro de hechizos - sugirió Teo. - ¡Vamos a ver!

Cuando se acercaron al libro, este se abrió, revelando páginas llenas de colores vibrantes y dibujos de criaturas fantásticas. Al tocarlo, un destello de luz los envolvió y comenzaron a sentir una energía especial en sus cuerpos.

- ¡Nos hemos convertido en brujos! - exclamó Ada, sintiendo una chispa en sus manos.

- Esto es increíble - dijo Emma, haciendo que un pequeño destello iluminara su palma. - ¿Qué deberíamos hacer ahora?

- Deberíamos explorar este mundo - propuso Teo.

Mientras caminaban, vieron que el paisaje estaba lleno de maravillas: árboles que cantaban, ríos de chocolate y montañas de algodón de azúcar. Pronto, se dieron cuenta de que habían despertado una magia latente dentro de ellos. Emma podía crear luces brillantes, Teo podía mover objetos con su mente y Ada, sin previo aviso, hizo que el viento soplara fuerte, llevándolos hacia una montaña lejana.

- ¡Ada, eso fue genial! - dijo Emma, con un brillo en sus ojos.

- Yo no hice nada - respondió Ada, confundida. - ¿Así que soy más poderosa de lo que pensé?

- Tal vez tengas un don especial - sugirió Teo, intrigado.

A medida que avanzaban, encontraron a un grupo de criaturas que estaban en apuros. Eran pequeños seres de luz que se sentían tristes porque habían perdido su hogar debido a un monstruo que había robado su energía mágica.

- ¡Debemos ayudarles! - dijo Emma con determinación.

- Pero, ¿cómo? - preguntó Teo, preocupado.

- Ada, debes usar tu poder - sugirió Ada.

- Yo… no sé cómo controlarlo - contestó Ada, nerviosa.

Sin embargo, al mirar a las criaturas de luz, siente una conexión especial y decidió intentarlo. Cerró los ojos y, con todas sus fuerzas, llamó al viento y a las estrellas. Una ráfaga de energía salió de sus manos y comenzó a formar un escudo brillante que rodeó a los seres de luz, protegiéndolos.

- ¡Eso es, Ada! - lo animó Emma. - ¡No te detengas!

- ¡Vamos! - agregó Teo, mientras empezaba a mover objetos grandes para bloquear al monstruo.

El monstruo apareció, pero en lugar de asustarse, Ada se hizo fuerte, sintiendo el poder correr por sus venas. Con un grito de valentía, lanzó un destello de luz brillante hacia el monstruo, distrayéndolo y permitiendo que los demás atacaran juntos.

- ¡Ahora! - gritó Teo, y los tres primos, con sus poderes juntos, finalmente lograron devolver al monstruo hacia una cueva lejana, donde no pudiera hacer más daño.

Las criaturas de luz estaban agradecidas y revelaron que, por su valentía, podían regresar a su hogar y, además, otorgar a los primos un deseo. Emma, Teo y Ada se miraron, y decidieron que su deseo sería poder regresar a casa siempre que quisieran.

Así, tras despedirse de sus nuevos amigos, los primos saltaron de nuevo al pozo y, al salir, se encontraron en el patio de la abuela, con el sol brillando alto en el cielo.

- ¡Increíble! Nunca olvidaré lo que pasó - dijo Emma.

- Y descubrimos que Ada tiene un poder especial - añadió Teo, sonriendo.

- Todo gracias a ustedes - sonrió Ada, con un brillo en la mirada. - Juntos, somos más fuertes.

Desde ese día, los tres primos sabían que la verdadera magia no solo estaba en los hechizos, sino en la amistad, la valentía y en cómo juntos podían lograr cosas extraordinarias.

FIN.

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