El Prado de los Caballos Encantados

Había una vez en un hermoso pueblo rodeado de verdes praderas y montañas, donde vivían Edu, Cayetana, Valeria y Danelín. Un día, mientras paseaban por el campo, una sombra misteriosa los sorprendió.

- ¡Ay! ¡Qué susto me diste, Edu! -exclamó Danelín riendo nervioso. - Perdón, no era mi intención asustarte. Parece que nos hemos encontrado en el lugar indicado en el momento indicado -respondió Edu con una sonrisa misteriosa. Intrigados por lo sucedido, decidieron seguir caminando juntos.

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De repente, un rayo iluminó el cielo y todos se refugiaron bajo un árbol cercano. Cuando la lluvia cesó, descubrieron una entrada secreta a un prado encantado lleno de caballos majestuosos.

- ¡Miren esos caballos! Son realmente hermosos -exclamó Valeria emocionada. Entre los caballos había uno en particular que parecía brillar con luz propia y emanaba una energía especial que cautivó a Danelín. - Creo que este caballo está encantado conmigo.

Me acerco a él y siento algo mágico -comentó Danelín maravillado. Los demás observaban fascinados cómo Danelín establecía una conexión única con aquel noble corcel. De repente, el caballo relinchó suavemente e invitó a Danelín a montarlo.

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Sin dudarlo ni un segundo, Danelín subió al lomo del animal y juntos emprendieron un viaje inolvidable por el prado encantado. A medida que avanzaban entre las flores silvestres y los árboles centenarios, Danelín sintió una paz interior como nunca antes había experimentado.

El caballo lo llevaba a través de arroyos cristalinos y colinas cubiertas de hierba fresca mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. - ¡Esto es increíble! Nunca imaginé vivir algo así -exclamó Danelín extasiado.

Finalmente, llegaron a un claro donde se encontraba una fuente de agua pura y cristalina. El caballo se detuvo frente a ella y dejó que Danelín descendiera suavemente para beber del manantial rejuvenecedor. - Gracias por esta experiencia tan maravillosa.

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Nunca olvidaré nuestro encuentro -susurró Danelín acariciando al noble corcel. El resto del grupo se acercó para reunirse con ellos mientras los últimos rayos de sol teñían el cielo de tonos dorados y rosados.

Juntos regresaron al pueblo compartiendo risas y cuentos sobre su aventura en el prado encantado donde la magia había tocado sus corazones para siempre.

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