El presentador de las palabras


Había una vez en un mundo mágico llamado Palabralandia, donde todas las palabras cobraban vida y tenían personalidades únicas. En este lugar, existía un presentador muy especial llamado Don Determinante.

Don Determinante era el encargado de presentar a todas las palabras cuando aparecían en escena. Don Determinante tenía un micrófono mágico que le permitía hacer que su voz resonara por todo Palabralandia.

Todos los habitantes del lugar esperaban ansiosos la llegada de Don Determinante para conocer a los nuevos personajes que él iba a presentar. Un día, mientras Don Determinante se preparaba para su programa diario, ocurrió algo inesperado. El micrófono mágico se cayó al suelo y se rompió en mil pedazos.

Sin el micrófono, Don Determinante no podía emitir su voz tan fuerte como antes. Preocupado, comenzó a buscar una solución para continuar con su trabajo de presentar a las palabras adecuadamente.

De repente, apareció ante él una palabra muy sabia llamada Doña Sabiduría. "Don Determinante, no te preocupes", dijo Doña Sabiduría con calma. "Aunque tu micrófono esté roto, todavía puedes cumplir tu tarea". "¿Cómo puedo hacerlo?", preguntó Don Determinante intrigado.

"De ahora en adelante", explicó Doña Sabiduría, "debes escuchar atentamente cada palabra que aparezca y concordarla correctamente en género y número". Don Determinante asintió emocionado por la idea y decidió ponerla en práctica de inmediato.

Comenzó a prestar mucha atención a cada palabra que aparecía en Palabralandia y se esforzó por concordarla correctamente. Pronto, los habitantes de Palabralandia notaron el cambio. Las palabras se sentían más valoradas y respetadas al ser presentadas de manera correcta.

Todos los sustantivos estaban felices porque Don Determinante les daba la importancia que merecían. Sin embargo, no todo fue tan fácil como parecía. Hubo un momento en el que apareció un grupo de palabras traviesas que intentaron confundir a Don Determinante.

Estas palabras cambiaban su género y número constantemente para desafiar al presentador. Don Determinante no se rindió y decidió enfrentar este desafío con valentía. Utilizó su intuición y conocimiento para concordar las palabras correctamente, incluso cuando estas trataban de engañarlo.

Con cada desafío superado, Don Determinante se volvía aún más habilidoso en su trabajo. Se convirtió en una figura admirada por todos en Palabralandia gracias a su dedicación y perseverancia. Finalmente, llegó el día en que el micrófono mágico fue reparado.

Aunque ya no lo necesitaba tanto como antes, Don Determinante estaba feliz de tenerlo nuevamente como una herramienta adicional para su trabajo.

Desde ese día en adelante, Don Determinante siguió presentando a las palabras con amor y respeto, siempre concordándolas adecuadamente en género y número. Su ejemplo inspiró a otros habitantes de Palabralandia a tratar a las palabras con la misma consideración.

Y así, gracias al esfuerzo y dedicación de Don Determinante, Palabralandia se convirtió en un lugar donde las palabras se sentían valoradas y respetadas por todos. Y todo esto fue posible gracias a la magia de los determinantes y al amor por las palabras.

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