El Presidente Bailarín



Érase una vez un presidente de un país en África llamado Kofi. Kofi era conocido por su gran simpatía y amor por la cultura. Decidió que era momento de promover la unidad y la amistad entre los diferentes países del mundo a través de la música y el baile. Así que, un día, tomó un avión rumbo a Argentina para descubrir la famosa cumbia villera.

Al llegar, Kofi se maravilló con la calidez de su gente y la alegría contagiosa que lo rodeaba. En una plaza del barrio, encontró un grupo de chicos bailando al ritmo de la cumbia villera. Con su corazón lleno de curiosidad, se acercó a ellos.

"Hola, soy Kofi, el presidente de África. ¡Me gusta mucho su música!" - dijo Kofi mientras movía los pies al compás de la música.

Los chicos se miraron sorprendidos. No todos los días tenían un presidente bailando en su plaza.

"¡Hola, señor presidente!" - respondió uno de ellos, un chico llamado Diego. "¿En África también bailan así?"

"No exactamente. Allá tenemos nuestras propias danzas, pero quiero aprender de ustedes. ¡La cumbia se siente muy divertida!" - Kofi sonrió.

Diego se acercó y le enseñó algunos pasos de cumbia villera, mientras los demás chicos reían y aplaudían. Pronto, Kofi estaba girando y saltando a su alrededor, sintiéndose más feliz que nunca.

Sin embargo, un giro inesperado ocurrió. Un grupo de adultos, al ver al presidente bailando, comenzaron a murmurar. Algunos pensaban que era inapropiado para un líder, otros decían que debía ocuparse de asuntos serios. La atmósfera se tornó tensa.

"Señor Kofi, debería regresar a hablar sobre política y economía, no a bailar con niños" - comentó un hombre con cara seria que acababa de llegar.

Kofi se detuvo un momento, mirando a su alrededor. Se dio cuenta de que la gente estaba más interesada en la diversión que en la política.

"¡Un momento!" - exclamó Kofi. "La alegría y la música son también parte de la vida de todos. No todo se trata de números y reuniones. ¡La cultura une a la gente!"

Los chicos aplaudieron y animaron a Kofi a reanudar el baile, y poco a poco, los adultos comenzaron a sonreír. Kofi, con su energía contagiosa, decidió organizar una gran fiesta cumbia in plaza para fomentar la unión.

Durante la fiesta, más y más gente se unió. Se compartieron danzas, comidas típicas, historias de cada país. La alegría llenó el aire y las preocupaciones comenzaron a desvanecerse.

Al final de la noche, con el corazón lleno de felicidad, Kofi tomó el micrófono para ofrecer unas palabras.

"Esto es lo que necesitamos. Un mundo donde la música y el baile nos unan, donde las diferencias se olviden al ritmo de una buena cumbia. ¡Sigamos bailando y celebrando juntos!"

La plaza estalló en aplausos y gritos de alegría. Kofi se sintió como un verdadero embajador de la paz y la diversidad.

Y así, Kofi regresó a África con más que solo recuerdos de cumbia. Llevó consigo un mensaje claro: todos venimos de lugares diferentes, pero la música y el baile pueden unirnos, ¡sin importar las distancias! Desde entonces, promovió danzas y tradiciones de todos los rincones del mundo, haciendo del mundo un lugar más alegre y unido.

Cada vez que sonaba una cumbia villera en Argentina, todos recordaban que a veces la alegría más pura viene de los lugares más inesperados y que, al bailar, la gente siempre puede encontrar un camino hacia el entendimiento y la amistad.

FIN.

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