El Primer Cumpleaños de Lila



Era un día muy especial en el hogar de la pequeña Lila. Hoy cumplía su primer añito y todos estaban muy emocionados. La casa estaba decorada con globos de colores, serpentinas y una gran pancarta que decía '¡Feliz Cumpleaños, Lila!'. Su papá, la mamá y su hermano mayor, Tomás, estaban preparando todo para la fiesta.

"¿Estás emocionada, Lila?" - preguntó Tomás mientras le hacía caritas. Lila, con sus ojitos brillantes, sólo pudo balbucear una risita.

De repente, llegó la abuela Miriam con un enorme pastel de chocolate. Ella siempre traía los mejores postres.

"¡Sorpresa!" - exclamó la abuela mientras Lila aplaudía sin entender muy bien.

"¡Qué rico!" - dijo Tomás, frotándose las manos.

La mamá eligió canciones alegres y pronto comenzó a sonar música por toda la casa. La familia estaba lista para la fiesta. Los amigos de la familia empezaron a llegar con regalos y sonrisas, cada uno portando un obsequio colorido.

"¡Mirá, Lila!" - decía su papá mostrando un regalo "Este es de parte de tus primos." Lila observaba todo desde su sillita, fascinada por los colores y las risas.

Pero lo que Lila no sabía era que había una sorpresa muy especial planeada por su familia. Mientras todos esperaban que Lila abriera los regalos, Tomás se puso a murmurar con su mamá.

"Mamá, ¿puedo hacer algo?" - le preguntó Tomás.

"Claro, querido. ¿Qué tenés en mente?" - respondió su mamá, llena de curiosidad.

"Quiero que busquemos a un par de ovejas de papel que Lila siempre mira en el libro de cuentos. Podemos hacer un juego con ellas!" - dijo Tomás con entusiasmo.

Así que, todos se pusieron manos a la obra. Empezaron a recortar y decorar coloridas ovejas de papel. Al principio, parecía que Lila disfrutaría de los colores, pero luego se encontró confundida.

Finalmente, después de un rato, Tomás anunció:

"¡Es hora del juego de las ovejitas!" - alzó su voz emocionado.

Cada uno de los invitados recibió una oveja de papel.

"Vamos a hacer carreras. ¡A ver quién es el más rápido!" - dijo la mamá de Lila, haciendo sonar un silbato.

Los niños empezaron a correr y a lanzar las ovejitas por el césped. Lila miraba desde su sillita, intrigada por el juego.

"¡Vengan, Lila! ¡Participá también!" - llamó su abuela.

Lila dudó al principio, pero al ver a todos reír y jugar, decidió que quería ser parte de la diversión. Con un pequeño empujón, Lila se levantó y comenzó a gatear hacia el grupo.

"¡Eso es, Lila! ¡Sos la más rápida!" - animó su papá.

Cuando finalmente llegó, comenzó a mover su oveja de papel y todos los niños aplaudieron.

"¡Bravo, Lila! ¡Bienvenida al juego!" - gritaron todos.

Aunque Lila no sabía cómo jugar, su sonrisa iluminó todo. Esa alegría contagió a todos los presentes, quienes decidieron hacer un segundo juego donde cada uno le daba una vuelta a su ovejita, haciendo que todas saltaran en el aire.

La música, las risas y el amor llenaban la casa. Al final, todos se reunieron alrededor del pastel para cantar.

"¡Feliz Cumpleaños, Lila!" - cantaron todos, mientras Lila sonreía y aplaudía.

Al soplar la vela, todos hicieron un deseo. Lila sólo quería seguir jugando con sus ovejitas de papel, rodeada de su familia y amigos.

Ese día no solo fue una celebración de un año más de vida, sino que también fue un recordatorio importante: no importa cuán pequeño seas, ¡siempre hay un lugar para ti en el juego! El primer cumpleaños de Lila fue un día mágico que dejó una huella en el corazón de cada uno.

Al irse los invitados, la mamá abrazó a Lila y le susurró:

"Siempre habrá sorpresas maravillosas esperando por vos, cariño, sólo tenés que encontrarlas con una sonrisa."

"Sí, mamá, ¡como las ovejitas!" - respondió Lila.

Y así, con un corazón lleno de amor y felicidad, Lila se fue a dormir en su cuna, soñando con más aventuras por venir.

FIN.

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