El primer día de Adriel
Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y Adriel se despertó temprano, emocionado por ir al colegio.
Desde hacía unos días, había estado contando los minutos para volver a ver a sus amigos y aprender cosas nuevas. Mamá y papá también estaban listos para salir. Habían preparado el desayuno y la mochila de Adriel con todo lo que necesitaba para su primer día de clases después de las vacaciones.
"¡Buenos días, mi amor! ¿Listo para el cole?" - preguntó mamá mientras le daba un beso en la frente. "Sí, mamá. Estoy muy emocionado" - respondió Adriel sonriendo. "¡Genial! Vamos entonces.
No queremos llegar tarde" - dijo papá tomando las llaves del auto. Adriel subió al asiento trasero del auto y puso su cinturón de seguridad mientras mamá se sentaba en el asiento delantero junto a papá que conducía.
Durante el camino, Adriel iba mirando por la ventana y observando los edificios altos, los árboles frondosos y las calles llenas de autos. "Papá, ¿por qué hay tanto tráfico?" - preguntó curioso.
"Porque mucha gente está saliendo a trabajar o llevar a sus hijos al colegio como nosotros" - explicó papá. Finalmente llegaron al colegio y Adriel bajó del auto con una sonrisa enorme en su rostro.
Mamá le dio un abrazo fuerte antes de dejarlo en la puerta del aula donde estaba su maestra esperándolo junto con sus compañeros. "¡Hasta luego, mi amor! Que tengas un excelente día" - dijo mamá despidiéndose con un beso en la mejilla. "Chau, mamá.
Gracias por traerme y por el desayuno rico" - respondió Adriel dándole otro abrazo. Papá también le dio un abrazo y le deseó lo mejor para su primer día de clases antes de irse a trabajar. Adriel entró al aula y se encontró con sus amigos que lo recibieron con alegría.
La maestra comenzó la clase hablando sobre las vacaciones de verano y preguntando a los alumnos qué habían hecho durante ese tiempo.
Adriel contó emocionado sobre su viaje a la costa atlántica donde había ido a pescar con su abuelo y había nadado en el mar por primera vez. Sus amigos escuchaban atentamente mientras compartían sus propias historias. La clase siguió con diferentes actividades como leer cuentos, hacer ejercicios de matemáticas y dibujar.
Adriel se divertía mucho aprendiendo cosas nuevas junto con sus compañeros. Sin embargo, algo inesperado pasó cuando sonó la campana del recreo. Todos los niños salieron corriendo hacia el patio para jugar pero Adriel se quedó sentado en su lugar sin moverse.
La maestra se acercó preocupada y le preguntó qué pasaba. "Maestra, no tengo amigos en el recreo. No sé cómo jugar ni qué hacer" - confesó Adriel triste.
La maestra entendió la situación e hizo algo que cambiaría todo para Adriel: presentarlo a otros niños que también estaban solos y ayudarlos a jugar juntos. Desde ese día, Adriel descubrió que hacer amigos no era difícil si se compartían intereses y habilidades.
Aprendió a ser más sociable, a escuchar y respetar a los demás, y lo más importante: que siempre hay alguien dispuesto a ser tu amigo si abres tu corazón.
Al final del día, mamá y papá vinieron a buscarlo al colegio y lo encontraron feliz junto con sus nuevos amigos. Adriel les contó todo lo que había aprendido en la clase y cómo había hecho nuevos amigos en el recreo gracias a su maestra.
"¡Qué bueno, mi amor! Nos alegra mucho saber que la pasaste bien" - dijo mamá acariciando su cabello. "Sí, papá. Me encantó el cole hoy" - agregó Adriel sonriendo. Mamá y papá se miraron orgullosos de su hijo mientras caminaban juntos hacia el auto para irse a casa.
Sabían que habían tomado una buena decisión llevándolo temprano al colegio con ellos para acompañarlo en este nuevo comienzo escolar.
FIN.