El Primer Día de Anita en la Escuela de Arte
Era un hermoso día soleado cuando Anita, una niña llena de creatividad e ingenio, se preparaba para su primer día en la Escuela de Arte. Con su mochila a rayas a cuestas y un cuaderno nuevo bajo el brazo, llegó al edificio colorido que parecía estar lleno de sueños e ideas.
Al entrar, se encontró con un grupo de niños en el hall, todos hablando y riendo. Anita, un poco nerviosa, respiró hondo y se acercó.
"Hola, soy Anita, soy nueva aquí."
Diana, una niña con orejas grandes y una gran sonrisa la miró y respondió:
"¡Hola, Anita! Yo soy Diana, y estos son mis amigos. No te preocupes, aquí somos todos muy amigables. ¿Te gusta el arte?"
"¡Me encanta! Puedo pasar horas dibujando y pintando," dijo Anita emocionada.
"Entonces te va a encantar esta escuela. Vamos a la primera clase, se llama 'Expresión Creativa'."
El aula estaba llena de colores: paredes pintadas de arcoíris y mesas con pinceles y lápices de todos los colores. La profesora, la señora Elena, era una mujer con una gran melena rizada y un vestido lleno de manchas de pintura.
"¡Bienvenidos a todos! Soy la señora Elena y aquí podemos volar con la imaginación. Hoy, para empezar, quiero que cada uno dibuje un objeto con un superpoder. Pueden ser tan imaginativos como quieran. ¿Listos?"
Los niños empezaron a dibujar. Anita decidió dibujar un lápiz que podía escribir cuentos mágicos. Mientras dibujaba, su lápiz comenzó a moverse solo y llenó la hoja de historias.
"¡Miren, miren!" gritó, mostrando su dibujo a todos.
Diana se asomó por encima del hombro de Anita y se sorprendió.
"¡Wow, eso es increíble! Nunca vi algo así. ¡Qué genio!"
Anita sonrió, pero sintió un pequeño cosquilleo de inseguridad.
"No es tanto, es solo un lápiz, pero... tiene un superpoder. ¿Ustedes no tienen uno?"
"No..." dijo un niño llamado Lucas.
"Pero nos encantaría ver más de lo que haces. Vamos a exhibir nuestro trabajo al final de la clase. ¡Puede ser una exposición de superpoderes!"
Anita se sintió un poco más confiada y decidió hacer otra ilustración. Esta vez, dibujó un pincel que pintaba arcoíris en el cielo. Mientras todos trabajaban, la señora Elena pasó por los escritorios, admirando los dibujos.
"Recuerden, pequeños artistas, no hay límites para la creatividad. Cada uno de ustedes tiene un poder único. ¡El arte es lo que más amamos!"
De repente, alguien se acercó a la mesa de Anita. Era un chico con una gorra de colores.
"¿Puedo ver tu dibujo?" preguntó curioso.
Anita asintió y le mostró su dibujo del lápiz.
"¡Es increíble! Pero... ¿no crees que el superpoder de un lápiz es un poco común?"
Anita sintió que su corazón se encogía.
"No sé, tal vez..." murmuró.
"Ese poder está bien. Pero, ¿por qué no lo llevas un poco más allá?"
Anita se quedó pensativa. "¿Más allá...?"
Mientras la clase continuó, pasó el tiempo y llegó el momento de exhibir los trabajos. Todos se sentaron en círculo y empezaron a compartir sus obras. Anita mostró su lápiz y su historia, y al finalizar, dijo:
"Y si el lápiz tiene superpoderes, puede inspirar a otros a contar sus historias y a vivir aventuras mágicas."
Hubo aplausos y sonrisas.
Diana se levantó y dijo:
"O sea, tu dibujo ayuda a que otros usen su creatividad. ¡Eso sí que es un superpoder!"
El niño de la gorra sonrió y agregó:
"¡Exacto! También tu pincel puede volar las esperanzas de los sueños. ¡Es con eso que lo llevas más allá!"
Anita sintió como un rayo de inspiración la invadía.
"Entonces, ¡el verdadero poder está en compartir nuestra imaginación!"
El día continuó, y mientras regresaba a casa, Anita no podía dejar de sonreír. El primer día en la Escuela de Arte había sido maravilloso. Había encontrado no solo un lugar para expresarse, sino también amigos que la inspiraban.
Desde ese día, Anita no solo dibuja y pinta, también comparte sus historias y motiva a otros a encontrar su propio superpoder en el arte. Siempre recordará cómo una idea simple puede llevarse hacia lo extraordinario, recordando que, al igual que su lápiz, todos llevamos dentro una chispa de creatividad lista para brillar.
FIN.