El primer día de clases de Nico y Sofía



Era una mañana soleada y llena de emoción. Nico se levantó temprano, más nervioso que nunca. Hoy era su primer día en la escuela primaria. Se miró en el espejo, se peinó lo mejor que pudo y se puso su mochila nueva, la que tenía un dibujo de un dinosaurio. Su mamá lo miró y sonrió.

". ¡Estás listo, campeón!" - le dijo.

Nico salió de su casa y se encontró con su vecina Sofía, que también iba a la misma escuela.

"¡Hola, Sofía!" - gritó Nico.

"¡Hola, Nico!" - respondió Sofía, que llevaba una mochila rosa con brillos.

Ambos comenzaron a hablar sobre lo que esperaban de su primer día.

"Espero hacer nuevos amigos" - dijo Sofía.

"Yo espero que nos enseñen a hacer cohetes" - contestó Nico, emocionado.

Al llegar a la escuela, el corazón de Nico se aceleró. Los niños alrededor estaban riendo y jugando. Sofía, que ya parecía más tranquila, lo animó.

"No hay nada de qué preocuparse. Vamos juntos" - le dijo, tomándolo de la mano.

Entraron al aula y allí conocieron a la maestra, la señorita Clara, que les recibió con una gran sonrisa.

"¡Bienvenidos a primer grado!" - dijo la señora Clara. "Hoy vamos a jugar y a aprender. Quiero que cada uno se presente y cuente algo que le guste".

Nico se sintió nervioso. Cuando llegó su turno, le costó un poco hablar, pero se armó de valor.

"Hola, soy Nico y me gusta mucho los dinosaurios" - dijo, mirando a suelo.

Los otros niños lo miraron con curiosidad, y Sofía aplaudió.

"¡Genial, Nico!" - exclamó Sofía.

Luego fue el turno de Sofía.

"Hola, soy Sofía y me encanta el arte. Me gusta pintar" - se presentó con una gran sonrisa.

Los niños empezaron a interrumpir y reírse sobre las cosas que les gustaban y, poco a poco, la tensión se fue desvaneciendo. Al finalizar la presentación, la señorita Clara propuso un gran juego al aire libre. "Haremos una búsqueda del tesoro en el patio, donde los trabajos en equipo serán premiados".

Nico y Sofía se agruparon con otros tres compañeros.

"Vamos a buscar los objetos más rápido que todos" - motivó Sofía.

"¡Sí! Somos un gran equipo" - respondió Nico, sintiéndose más confiado.

Durante la búsqueda, encontraron un globo rojo, una piedra con forma de estrella y un libro pequeño. Pero justo cuando estaban a punto de encontrar el último objeto, un niño que no se conocían comenzó a gritar.

"¡El libro está en mi mochila!" - dijo un chico de la otra sección, que también estaba buscando, un tal Lucas.

Sofía lo miró y decidió acercarse.

"¿Te gustaría formar parte de nuestro equipo?" - le preguntó, con una gran cordialidad.

"Sí, claro. Me encantaría" - Lucas sonrió, aliviado.

Los tres niños, junto a Nico y Sofía, unieron fuerzas. Después de reír y compartir, lograron encontrar el último objeto: un lápiz de colores.

La búsqueda terminó y todos regresaron al aula para contarle a la maestra sobre sus descubrimientos.

"No puedo creer que nos hayamos unido a un nuevo amigo" - dijo Nico emocionado.

"¡Es genial que hayamos trabajado juntos!" - agregó Sofía, feliz con el resultado.

Cuando terminó el día, Nico se dio cuenta de que no se había sentido solo. Aquellas primeras horas en la escuela, que parecían aterradoras, se convirtieron en una gran aventura. Al salir, sus ojos estaban brillantes, y la sonrisa no se le borraba.

"¡La pasé genial!" - exclamó.

"¡Yo también!" - respondió Sofía.

Ambos prometieron que sería el comienzo de un año lleno de aprendizaje y nuevas amistades.

Así, en su primer día de clase, Nico y Sofía descubrieron que ser valientes no siempre significa no tener miedo, sino enfrentarlo y dar el primer paso. Y con cada día que pasaban, su valentía y amistad crecerían aún más.

FIN.

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