El Primer Día de Clases en Melipilla
Era un radiante día en Melipilla, Chile. Los pájaros cantaban y el sol brillaba en el cielo mientras un grupo de pequeños niños se reunía ansiosamente en la puerta de la Escuela de Niños Ciudad. Era el primer día de clases de Pre-kínder, y en el aire flotaba una mezcla de emoción y nerviosismo.
A medida que los padres despedían a sus pequeños, se veían caritas asustadas y sonrisas nerviosas. En medio de la multitud, Valentina, con su mochila rosa llena de dibujos de unicornios, miraba con sus grandes ojos expectantes. Estaba lista para la aventura, pero en el fondo de su corazón sentía un poco de miedo.
- “¿Te gustaría jugar? ” –le preguntó Tomás, un niño con una gorra de superhéroe que estaba al lado suyo.
- “No sé… no conozco a nadie y tengo miedo de no hacer amigos.” –respondió Valentina, con la mirada fija en el suelo.
- “¡Vamos! Es solo un juego. ¿Ves aquel columpio? ¡Quiero probarlo! ” -dijo Tomás, señalando un columpio brillante en el patio desbordando alegría.
Valentina dudó, pero al ver la sonrisa en el rostro de Tomás, decidió seguirlo. Los dos corrieron hacia el columpio, riendo y gritando. Poco a poco, más niños se unieron: una niña con un peinado de dos coletas y un niño con una camiseta rayada.
- “¡Yo también quiero jugar! ” –exclamó Lucía, la niña de las coletas.
- “¡Yo voy primero! ” -gritó Martín, el niño de la camiseta rayada, mientras se lanzaba al columpio.
Valentina se sintió impulsada por la alegría que llenaba el aire. Se unió al grupo y, en un abrir y cerrar de ojos, se olvidó de sus miedos. Justo cuando todo parecía perfecto, el viento sopló fuerte y un sombrero que pertenecía a Tomás voló lejos, aterrizando en la rama de un árbol.
- “¡Nooo, mi sombrero! ” -gritó Tomás, mirando hacia arriba con tristeza.
Valentina notó que el sombrero se balanceaba, lejos de su alcance. Se sintió valiente, casi como una superheroína.
- “¡Yo puedo ayudar! ” –dijo.
- “¿Cómo? ” –preguntó Tomás, desconcertado.
- “Voy a trepar ese árbol. ¡Es mi turno de ser valiente! ” -declaró Valentina, mientras se acercaba al árbol.
Con un poco de esfuerzo, comenzó a subir. Los otros niños la miraban con asombro.
- “¡Valentina, tú puedes! ” -gritó Lucía, animándola.
Valentina se concentran en el sombrero. Con un último esfuerzo, logró alcanzarlo. La sensación de triunfo la llenó de felicidad. Deslizó el sombrero por la rama y, con un salto, estuvo de vuelta en el suelo con el sombrero en sus manos.
- “¡Lo logré! ” -gritó Valentina, levantando el sombrero como si fuera un trofeo.
- “¡Sos una heroína! ” -exclamó Tomás con los ojos llenos de admiración.
El grupo estalló en aplausos y risas, y los miedos de Valentina se esfumaron. La primera clase de Pre-kínder comenzó a llenarse de risas y juegos.
Al final del día, los chicos volvieron a casa con historias emocionantes para contar. Valentina ya no sentía miedo, había hecho nuevos amigos y había aprendido que, juntos, podían superar cualquier desafío.
- “Mañana va a ser otro día aún más divertido” –pensó Valentina, mientras regresaba a casa.
Así fue como, en su primer día de clases en Melipilla, Valentina descubrió que la amistad y la valentía pueden convertir una experiencia aterradora en una aventura maravillosa.
FIN.