El Primer Día de Josefina
Era un día soleado y brillante cuando Josefina se preparó para su primer día de escuela. Se miró en el espejo y sonrió, lista para aprender y hacer nuevos amigos. Sin embargo, tan pronto como entró al aula, las cosas no salieron como esperaba.
- ¡Hola, soy Esteban! - gritó Esteban mientras le daba un pequeño mordisco en el brazo.
Josefina sintió un escalofrío y se quejó:
- ¡Ay! ¡Eso duele!
Luego, notó a Juan corriendo hacia ella gritándole.
- ¡Mirá, Josefina! - dijo Juan mientras le daba un golpe suave en la mano.
- ¡No me pegues! - respondió Josefina, que ya estaba furiosa.
La maestra, Doña María, observó desde su escritorio y rápidamente se acercó.
- ¡Espera un momento, niños! - dijo con firmeza.
- Josefina, ¿por qué estás tan enojada?
- Porque Juan me pegó y Esteban me mordió.
Doña María se agachó para estar a la altura de Josefina.
- Entiendo que te sientas mal, pero debemos hablar sobre cómo resolver esto. Los golpes y los mordiscos no son la forma de hacer amigos.
- Pero yo solo quería jugar - protestó Esteban, mirando hacia el suelo.
- Sí, yo también - agregó Juan, un poco avergonzado.
- Está bien - dijo Doña María sonriendo.
- ¿Qué les parece si hacemos un juego? Así pueden aprender a jugar juntos sin hacer daño.
Los tres niños, muy curiosos, se acercaron a escuchar.
- El juego se llama 'El Semáforo'. Cuando yo digo 'verde', pueden jugar libremente; cuando digo 'rojo', deben detenerse y pedir un abrazo entre ustedes para calmarse. ¿Les parece bien?
Josefina, aunque todavía un poco molesta, asintió, y comenzó a sentir que tal vez el día no sería tan malo después de todo.
- ¡Verde! - gritó Doña María, y los niños comenzaron a correr y a jugar.
- ¡Rojo! - dijo de repente, y todos se detuvieron.
- ¡Abrazo! - gritaron los tres al mismo tiempo, y se acercaron entre sí, abrazándose y riendo.
- ¡Eso es! - dijo Doña María.
- Siempre podemos usar los abrazos para sentirnos mejor.
Después de algunos juegos, Josefina empezó a sentirse más tranquila y feliz. En un momento, se acercó a Esteban y le preguntó:
- ¿Por qué me mordiste?
- Lo siento, no sabía cómo jugar.
- Bueno, yo tampoco sabía cómo jugar. Te perdono si vamos a jugar juntos.
- ¡Sí! - sonrió Esteban.
Mientras tanto, Juan se acercó.
- ¿Podemos jugar juntos?
- Claro, así podemos hacer un buen equipo.
Y así, poco a poco, Josefina se dio cuenta de que comunicar lo que sentía y jugar juntos era la clave para hacer amigos. Cuando terminó el día, ya no estaba furiosa; en cambio, se sentía emocionada por el nuevo grupo que había formado con Esteban y Juan.
- ¡Gracias, Doña María! - dijo Josefina.
La maestra sonrió y respondió:
- De nada, Josefina. Recuerda siempre que los problemas se solucionan hablando y jugando juntos.
Y desde ese día, Josefina supo cómo convertir sus enojos en risas y abrazos. Así, su primer día de clases se convirtió en una aventura de amistad, valientes juegos y mucha diversión.
FIN.