El primer día de Juan en San Agustín


Había una vez en Buenos Aires, un niño llamado Juan que estaba a punto de vivir su primer día en el Colegio San Agustín.

Estaba emocionado y un poco nervioso, ya que no sabía qué esperar de esta nueva etapa de su vida. Al llegar al colegio, Juan se encontró con un grupo de chicos jugando en el patio. Se acercó tímidamente y les preguntó si podía unirse a ellos.

Los chicos lo recibieron con alegría y pronto estaban corriendo y riendo juntos como si se conocieran de toda la vida. "¡Qué divertido es jugar contigo, Juan!" -dijo Martín, uno de los chicos del grupo. Juan se sintió feliz de haber encontrado nuevos amigos tan rápido.

Juntos fueron a conocer a la maestra, la señorita Laura, quien les dio la bienvenida con una sonrisa cálida. "Bienvenidos al Colegio San Agustín, chicos.

Espero que este sea un año lleno de aprendizaje y diversión para todos ustedes", dijo la señorita Laura. Durante la clase, Juan descubrió lo mucho que le gustaba aprender cosas nuevas. Se sintió motivado por las enseñanzas de la señorita Laura y por el entusiasmo de sus compañeros.

Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, llegó el recreo y los chicos descubrieron que habían desaparecido todas las pelotas para jugar fútbol. "¡Oh no! ¿Y ahora qué haremos?" -preguntó Martín preocupado.

Juan recordó algo que su abuelo solía decirle: "Enfrenta los problemas con creatividad". Entonces se le ocurrió una idea brillante. "¡Chicos, podemos hacer una pelota improvisada con papel y cinta adhesiva! ¡Seguro nos divertiremos igualmente!" -exclamó Juan emocionado.

Los chicos siguieron la idea de Juan y pronto estaban jugando fútbol con su nueva pelota casera. Se divirtieron tanto que olvidaron por completo las pelotas originales.

Al final del día, cuando Juan regresaba a casa junto a sus padres, les contó todo lo ocurrido en su primer día en el Colegio San Agustín. Estaba radiante de felicidad por haber hecho nuevos amigos, aprendido cosas interesantes y superado un pequeño problema con ingenio.

Esa noche antes de dormir, Juan pensó en todo lo vivido durante el día y llegó a una conclusión: cada nuevo reto trae consigo oportunidades para crecer y aprender algo nuevo. Y así concilió sus sueños sabiendo que al día siguiente sería otro gran día lleno de aventuras en su querido colegio.

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