El Primer Día de Julián y Sofía



Julián y Sofía eran dos amigos de toda la vida. Ambos vivían en el mismo barrio y compartían aventuras y juegos, pero había algo que los llenaba de emoción y un poco de nervios: ¡su primer día en la escuela primaria!

Un soleado lunes por la mañana, Julián se despertó muy temprano. Mientras se vestía, pensaba en todas las cosas nuevas que iba a aprender. Luego, corrió a la casa de Sofía para ir juntos.

"¡Sofía! ¡Ya estoy aquí!" gritó Julián mientras tocaba el timbre.

"¡Hola, Juli!" respondió Sofía, con una sonrisa de oreja a oreja. "Estoy lista. ¡Vamos a la escuela!"

Cuando llegaron al colegio, se encontraron con un gran jardín lleno de juegos. Las risas de otros niños se escuchaban en el aire, pero también había unos pocos que miraban nerviosos hacia el suelo.

"Mirá, hay tantos juegos, Julián. ¿Te gustaría jugar un rato antes de entrar?" preguntó Sofía, con una chispa en sus ojos.

"¡Sí! Pero primero, tenemos que conocer a la maestra. Vamos a averiguar a qué aula vamos," respondió Julián, tratando de no mostrarse poco emocionado.

Entraron al edificio, donde una amable mujer los recibió.

"¡Bienvenidos! Soy la maestra Clara. Voy a ser su guía hoy", dijo, sonriendo.

"¿Y qué vamos a hacer?" preguntó Julián, curioso.

"Hoy vamos a conocer a sus compañeros y aprender juegos divertidos que nos ayudarán a conocernos mejor. ¡El primer día es siempre especial!"

Los dos amigos se miraron emocionados.

La maestra Clara llevó a los chicos a un gran salón que estaba decorado con dibujos coloridos y carteles educativos. Allí, había muchos niños que parecían también un poco asustados.

"¡Hola a todos! Soy Julián, y este es mi amiga Sofía. ¿Quieren jugar y conocernos?"

Al principio, los otros niños no parecían muy interesados. Pero luego, un niño de pelo rizado se acercó, sonriendo.

"Yo soy Mateo. Yo quiero jugar. ¿Qué hacemos?"

"¡Podríamos hacer una ronda y contarnos algo divertido de nosotros!" sugirió Sofía.

Y así, empezaron a formar un círculo en el suelo. Cada niño decía su nombre y contaba un dato curioso sobre sí mismo. Julián comenzó:

"Yo sé hacer malabares con pelotas. Mi abuelo me enseñó."

Sofía añadió:

"Yo tengo una tortuga que se llama Speedy. ¡Es muy lenta!"

Mientras compartían historias, la risa comenzaba a llenar el aula. Cada niño se sentía más cómodo y, poco a poco, las sonrisas aparecieron en todos los rostros.

De repente, la maestra Clara les propuso un nuevo juego: "La búsqueda del tesoro". Tendrían que resolver pistas para encontrar pequeñas sorpresas escondidas en el patio. Julián y Sofía, junto a Mateo y otros nuevos amigos, se pusieron a trabajar en equipo.

Todo iba bien hasta que, en una de las búsquedas, un niño llamado Andrés se cayó y empezó a llorar. Sofía, alarmada, se acercó corriendo.

"¡Andrés! ¿Estás bien?" preguntó Sofía con voz suave.

"Me duele la rodilla," sollozó.

"No te preocupes, vamos a buscar ayuda," dijo Julián, decidido.

Sofía y Julián llevaron a Andrés a la maestra Clara.

"Andrés se cayó, maestra. Necesita ayuda," explicó Julián con seriedad.

La maestra Clara se agachó junto a Andrés y le limpió la rodilla con cuidado.

"Muy bien, Andrés. Solo fue un rasguño, vas a estar bien. ¿Ves? Tienes a tus amigos aquí que se preocupan por ti," le dijo con una sonrisa.

Andrés, al sentirse apoyado, sonrió tímidamente.

"Gracias, chicos. Ustedes son buenos amigos," respondió.

Después de que Andrés se sintió mejor, volvieron al juego con el ímpetu renovado. Cuando finalmente encontraron el tesoro: una caja llena de lápices de colores y libretas, todos celebraron juntos. Julián, Sofía, Mateo y Andrés se miraron y sonrieron.

"Hoy fue un gran día. Me alegro de que seas mi amigo, Juli," dijo Sofía al caer la tarde.

"Y yo me alegro de tenerte a vos y a todos los nuevos amigos," contestó Julián.

Al final del día, se despidieron con promesas de volver a jugar y aprender juntos. Julián y Sofía se dieron cuenta de que la escuela no era solo un lugar para estudiar, sino también un lugar donde forjar amistad, vivir aventuras y superar miedos. Y así, con corazones contentos, caminaron juntos hacia casa, listos para nuevas historias por venir.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!