El primer día de Mateo en la escuela Arcoíris



En un pequeño pueblo llamado Villa Felicidad, había un niño llamado Mateo que estaba ansioso por empezar su primer día de clases en la escuela primaria "Arcoíris de Sabiduría".

Desde temprano, se levantó con una sonrisa en el rostro y canturreando una canción alegre mientras se preparaba para ir al colegio. Al llegar a la escuela, Mateo se sorprendió al ver lo colorido y acogedor que era el lugar.

Los salones estaban decorados con dibujos y murales llenos de colores brillantes, y los niños correteaban por los pasillos riendo y jugando. Mateo fue recibido por su maestra, la señorita Laura, quien lo saludó con una cálida sonrisa.

"-¡Bienvenido Mateo! Estoy muy contenta de tenerte en mi clase", dijo la maestra mientras le mostraba su pupitre y le entregaba sus libros. Durante la mañana, Mateo participó activamente en las actividades escolares.

Realizó divertidos juegos para conocer a sus compañeros, pintó un arcoíris en clase de arte y aprendió nuevas palabras en lengua extranjera. Estaba tan emocionado que no podía dejar de sonreír. Al momento del recreo, Mateo se acercó a un grupo de niños que estaban jugando al fútbol.

"-¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó tímidamente. Los niños asintieron con entusiasmo y pronto estaban todos corriendo detrás de la pelota y riendo a carcajadas. Sin embargo, durante el almuerzo, algo inesperado sucedió.

Uno de los niños comenzó a burlarse de Mateo por ser nuevo en la escuela. "-¡Miren al novato torpe tratando de comer!", se mofaba el niño mientras los demás reían. Mateo sintió cómo sus mejillas ardían de vergüenza y tristeza.

Se quedó sin saber qué hacer ni qué decir. Pero entonces recordó las palabras de su mamá: "Si alguien te molesta o te trata mal, no tengas miedo de hablar o pedir ayuda".

Decidido a no dejarse intimidar, Mateo miró fijamente al niño que se burlaba de él y dijo con valentía: "-No está bien lo que estás haciendo. Todos merecemos respeto". Los otros niños callaron sorprendidos por la determinación del pequeño.

La señorita Laura intervino rápidamente e hizo entender al niño que las burlas no eran aceptables en su clase. Le pidió disculpas a Mateo en nombre del grupo y les recordó a todos la importancia del respeto mutuo.

Después del incidente, los niños invitaron a Mateo a jugar nuevamente como si nada hubiera pasado. Esta vez lo trataron con amabilidad y respeto, demostrándole que en esa escuela todos eran bienvenidos tal como eran. Al finalizar el día escolar, Mateo regresó a casa feliz pero reflexivo.

Había aprendido una importante lección sobre cómo enfrentar las situaciones difíciles con valentía y dignidad.

Desde ese día, Mateo siguió asistiendo al colegio "Arcoíris de Sabiduría" con alegría y entusiasmo cada mañana; sabiendo que siempre encontraría allí un lugar donde ser aceptado tal como era: único e irrepetible.

FIN.

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