El primer día de Pelusa


Había una vez un tierno gatito llamado Pelusa, que vivía en una acogedora casita junto a su mamá.

Estaba muy emocionado porque se acercaba el primer día de clases en el jardín, pero al mismo tiempo se sentía nervioso y triste por tener que separarse de su mamá por primera vez. "¿Estás listo para ir al jardín, Pelusa?" -preguntó cariñosamente mamá gata mientras lo acariciaba con ternura.

Pelusa miró a su mamá con ojitos llorosos y respondió: "Sí, mamá, pero me da miedo estar lejos de ti". Mamá gata lo abrazó con amor y le dijo: "No te preocupes, Pelusa. En el jardín conocerás nuevos amigos, aprenderás cosas nuevas y te divertirás mucho.

Siempre estaré aquí esperándote cuando regreses". Con esas palabras reconfortantes, Pelusa tomó valentía y se despidió de su mamá con un dulce maullido. Al llegar al jardín, vio a otros animalitos jugando y riendo juntos.

Se acercó tímidamente a ellos y les preguntó si podía unirse. "¡Claro que sí! ¡Bienvenido, Pelusa!" -exclamaron los otros animalitos con alegría. Pelusa se sintió feliz al ser aceptado por sus compañeros y poco a poco fue adaptándose a la dinámica del jardín.

Aprendió canciones divertidas, coloreó dibujos hermosos y disfrutó de las historias que la maestra contaba durante la hora del cuento. Sin embargo, un día llegó un nuevo desafío para Pelusa.

La hora del almuerzo era más larga de lo habitual porque algunos compañeros tenían dificultades para abrir sus envases de comida. Pelusa recordó cómo su mamá siempre le ayudaba en casa con eso y decidió ofrecerse voluntariamente para ayudar a sus amigos.

"¡No te preocupes! Déjame ayudarte" -dijo Pelusa con amabilidad mientras abría los envases atascados con destreza. Los demás animalitos quedaron sorprendidos por la habilidad de Pelusa y pronto todos estaban disfrutando juntos de su almuerzo.

Ese gesto generoso hizo que Pelusa se ganara el cariño y respeto de sus compañeros. Al finalizar el día en el jardín, Pelusa regresó a casa contento y emocionado por todas las experiencias vividas.

Corrió hacia su mamá gata y le contó entusiasmado todo lo ocurrido durante su primer día en el jardín. "Estoy tan orgullosa de ti, Pelusa" -dijo mamá gata con una sonrisa llena de amor-. "Has demostrado ser valiente, amable y solidario. Estoy segura de que seguirás creciendo y aprendiendo mucho más en el jardín".

Pelusa se acurrucó junto a su mamá sintiéndose seguro y feliz.

Había descubierto que aunque extrañara a su mamá en ocasiones difíciles como aquella primera vez en el jardín escolar; siempre podría contar no solo consigo mismo sino también con sus nuevos amigos para superar cualquier obstaculo. Esa noche durmió plenamente sabiendo que había encontrado un lugar especial donde pertenecer.

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