El Primer Día de Sofía en Su Nueva Escuela



Sofía miraba por la ventana del avión, emocionada y un poco nerviosa. Se mudaba a un nuevo país con su familia. Cuando el avión aterrizó, sollozó al ver a su papá y a su mamá recogiendo las maletas. Era un nuevo comienzo, pero eso significaba una nueva escuela y nuevos amigos.

El primer día de clases, Sofía se despertó con mariposas en el estómago. Su mamá le dijo: "Todo va a salir bien, Sofi. Solo sé tú misma y hoy vas a conocer a muchos amiguitos."

Sofía se puso su mochila, se miró en el espejo y con una sonrisa decidió que podía hacerlo. Al llegar a la escuela, una gran construcción de murales coloridos y un jardín lleno de flores, vio a muchos niños jugando en el patio. Cuando subió las escaleras y entró al aula, la maestra la recibió con una cálida sonrisa.

"¡Hola, bienvenida, Sofía! Aquí en nuestra clase, siempre somos amables y ayudamos a los demás."

Sofía sintió un poco de alivio. Se sentó en una mesa donde había otros chicos. Uno de ellos, un niño de cabello rizado, se acercó a ella:

"Hola, soy Marcos. ¿De dónde sos?"

"De Argentina."

"¡Qué lejos! Me encanta el fútbol. ¿Sabes jugar?"

Sofía balbuceó. Nunca había jugado muy bien, pero le gustaba. Resulta que todos los recesos jugarían al fútbol y eso la asustaba un poco. Ella pensó que era mejor no decir que no sabía jugar.

Durante el día, Sofía se fue integrando. En clase, aprendió algunas palabras nuevas y hasta hizo una manualidad que todos admiraron. Marcos la invitó a ver el partido de fútbol durante el receso. Cuando se acercó a la cancha, vio a niños haciendo malabares con la pelota, pasándose el balón.

"¿Jugás, Sofía?" - preguntó Marcos.

Sofía dudó, pero decidió intentarlo. Así que le dijo:

"Voy a intentarlo."

Con timidez, se unió al grupo. Al principio le costó un poco, pero a medida que corría y se reía, comenzó a disfrutar. De repente, el balón le pasó cerca y Sofía, sin pensarlo, lo atrapó y lo pasó hacia Marcos. Todos gritaron:

"¡Bien, Sofía!"

Sofía sonrió. En ese momento, se sintió parte del grupo. Sin embargo, en medio del juego, una otra niña, Ana, tropezó y cayó al suelo. Sofía, al verla, corrió hacia ella.

"¡Ana, estás bien?"

"Me duele un poco la rodilla..." - respondió Ana, con lágrimas en los ojos.

Sofía decidió ayudar. Le ofreció su mano.

"Te puedo ayudar a levantarte, vamos a buscar agua para que te sientas mejor."

Juntas, fueron al patio y Sofía le dio un poco de agua. Ana sonrió con gratitud.

"Gracias, Sofía. Eres muy amable."

"Solo hice lo que haría cualquier amiga."

Cuando el recreo terminó, Sofía volvió al aula. Ahora tenía una nueva amiga: Ana. La maestra anunció que al final del día tendrían una actividad especial. Todos se pusieron contentos y comenzaron a preguntar de qué se trataría.

Al final del día, la maestra preguntó si alguien quería compartir algo sobre su país. Sofía dudó un poco, pero finalmente levantó la mano.

"Yo quiero contarles sobre el mate, una bebida de Argentina. Es un té que se comparte entre amigos."

Los demás niños se interesaron y la maestra le animó a que lo contara más. Sofía se sintió valiente y comenzó a hablar sobre la tradición del mate, cómo se toma y la importancia de compartirlo.

"¿Podés traerlo algún día?" - preguntó Ana.

"¡Sí! ¡Les enseñaré a tomar mate!"

Al final del día, Sofía regresó a casa con una gran sonrisa en su rostro. Había conocido amigos, había jugado al fútbol y descubierto que podía ser ella misma. Su mamá le preguntó cómo había ido todo. Sofía exclamó entusiasmada:

"¡Fue increíble! Pude compartir un poco de mi cultura y también hice nuevos amigos."

"¡Estoy tan orgullosa de vos, Sofi! Esto es solo el comienzo de una gran aventura."

Sofía se dio cuenta de que, aunque cualquier cambio era difícil, también podía traer momentos hermosos y nuevas oportunidades. Estaba emocionada por lo que vendría en su nueva escuela y su nuevo hogar.

FIN.

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