El primer día de Tomás
Había una vez un niño llamado Tomás, que estaba muy emocionado porque al día siguiente sería su primer día de clases en la escuela primaria.
Esa noche, antes de acostarse, preparó con mucho cuidado su mochila y eligió su ropa favorita para lucir impecable en su debut escolar.
- ¡Mañana me levantaré temprano y desayunaré bien para estar listo para mi primer día de clases! -se dijo a sí mismo con entusiasmo mientras se cepillaba los dientes antes de irse a dormir. Al amanecer, el despertador sonó y Tomás saltó de la cama lleno de energía. Se vistió rápidamente con su uniforme escolar y corrió a la cocina donde lo esperaba su mamá con un desayuno delicioso.
- Buenos días, mamá. ¡Estoy listo para empezar mi primer día de clases! -exclamó Tomás emocionado. - ¡Buenos días, hijo! Estoy tan orgullosa de ti.
Recuerda ser amable con tus compañeros y prestar atención a tu maestra -le recordó cariñosamente su mamá mientras le servía un vaso de jugo. Tomás asintió con determinación y se apresuró a terminar su desayuno.
Después, junto a su mamá, caminaron hasta la puerta de la escuela donde ya había varios niños esperando para comenzar el nuevo año escolar. Al entrar al salón, Tomás buscó un lugar vacío cerca de la ventana y se sentó expectante.
Pronto llegaron todos sus compañeros y la maestra comenzó a presentarse y explicar cómo serían las clases durante el año. Durante el recreo, Tomás se acercó tímidamente a un grupo de niños que estaban jugando fútbol en el patio.
Para sorpresa suya, lo invitaron a unirse al partido y pronto se encontraba corriendo detrás del balón con una sonrisa en el rostro. - ¡Eres genial jugando! ¿Quieres ser parte de nuestro equipo? -le preguntó uno de los niños después del juego.
Tomás asintió emocionado y así fue como hizo nuevos amigos en su primer día de clases. Al finalizar la jornada escolar, regresó a casa feliz por todas las experiencias vividas ese día.
Esa noche, antes de dormir, Tomás reflexionaba sobre todo lo aprendido en tan solo unas horas en la escuela: hacer amigos, ser valiente para probar cosas nuevas y seguir las indicaciones de sus mayores.
Con esa sensación cálida en el pecho que solo da haber vivido un gran día, cerró los ojos sabiendo que al día siguiente tendría más aventuras por delante en ese maravilloso mundo llamado escuela.
FIN.