El Primer Día de Tomi



Era una mañana soleada y brillante en el pequeño barrio de Villa Alegre. Tomi, un niño de seis años, estaba nervioso. Hoy era su primer día de clases en el colegio. A pesar de que su mamá le había contado muchas cosas sobre lo divertido que era aprender y hacer amigos, Tomi no podía dejar de imaginar todo lo que podría salir mal.

"¿Y si no hago amigos?" pensaba, mirando su mochila nueva llena de útiles escolares.

"¡Tomi! ¡Es hora de ir!" llamó su mamá desde la cocina. La voz suave de su madre lo hizo sonreír. Ella siempre tenía una forma de animarlo con sus palabras. "Recuerda, todos están tan emocionados como vos."

"Sí, pero…" comenzó Tomi, inquieto.

"Sonríe, mi amor. ¡Vas a tener un gran día!" le respondió su mamá mientras le daba un beso en la frente.

Al llegar al colegio, Tomi se quedó parado en la entrada, observando cómo otros niños reían y corrían. La puerta del aula parecía un enorme portal hacia lo desconocido. Tomi respiró hondo y, con valor, decidió entrar.

Una vez dentro, se encontró rodeado de niños. Algunos estaban dibujando, otros ya se habían agrupado y charlaban animadamente. Uno de ellos, un niño rubio llamado Lucas, se acercó.

"¿Te llamás Tomi, verdad?" - preguntó Lucas con una sonrisa amplia.

"Sí... es mi primer día aquí," respondió Tomi, sintiéndose un poco más tranquilo.

"¡Genial! ¡Acá todos son nuevos al principio! Vení, te muestro el patio. Es el lugar más divertido."

Tomi sacudió la cabeza y siguió a Lucas, aliviado de encontrar a un nuevo amigo. Pero en el patio, las cosas tomaron un giro inesperado. De repente, un grupo de niños comenzó a jugar a la pelota, y la pelota salió volando hacia ellos. Sin pensarlo, Tomi se lanzó para atraparla.

"¡Dale, Tomi, hacelo!" - gritó Lucas, animándolo.

Tomi estiró su mano y, ¡más sorprendentemente, la atrapó! Todos los niños lo miraron boquiabiertos.

"¡¡Lo logró! !" - exclamaron.

Sintiendo que había hecho algo increíble, Tomi sonrió. Era la primera vez que se sentía parte de algo. Pero, de repente, un niño mayor se acercó, se llevó la pelota y dijo.

"Eh, eso no fue nada. ¡Es solo una pelota!" - y se rió con sus amigos, ignorando a Tomi.

El corazón de Tomi se hundió. Pensó que había arruinado su momento de gloria. Pero Lucas, al ver esto, intervino.

"¡Esperen! ¡Tomy atrapó la pelota! ¡Eso es increíble! Todos deberíamos intentar hacerlo también. ¿Verdad?" - dijo Lucas, levantando la mano con entusiasmo, buscando apoyo entre los demás.

Algunos niños comenzaron a aplaudir y a gritar, alentando a Tomi. Así, ese mismo grupo se dedicó a jugar a atrapar la pelota, con Tomi al centro. Las risas regresaron y todos se unieron.

Poco a poco, Tomi se dio cuenta de que no importaba lo que dijeran los mayores. Lo que importaba era lo que él y sus nuevos amigos estaban construyendo juntos. Aprendió que la amistad se trata de apoyarse y celebrar los logros de cada uno, sin importar qué tan grandes o pequeños sean.

Al final del día, cuando su madre lo fue a buscar, Tomi salió del aula con una amplia sonrisa en su cara.

"¿Cómo te fue, Tomi?" - le preguntó su mamá.

"¡Fue genial, mamá! Hice un amigo y hasta atrapé una pelota."

"¿Ves? Te dije que ibas a pasarlo bien. ¡Mañana será aún mejor!"

Y así, Tomi se dio cuenta de que, a pesar de los nervios iniciales, su primer día en el colegio había sido el comienzo de grandes aventuras y, sobre todo, de nuevas amistades. Con la ayuda de Lucas y el apoyo de sus compañeros, había superado sus miedos y ahora estaba listo para asumir todo lo que vendría en su nuevo camino escolar.

Y mientras caminaban de regreso a casa, Tomi no podía dejar de imaginar todas las cosas emocionantes que le esperaban.

FIN.

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