El Primer Día en el Aula Estrella Amarilla



Era un soleado lunes de marzo y el aire estaba cargado de emoción. En el corazón de la ciudad, la escuela primaria "Estrella Brillante" abría sus puertas para dar la bienvenida a los nuevos alumnos. En el aula Estrella Amarilla, un grupo de niños de diferentes rincones se preparaba para vivir su primer día escolar.

Cuando la maestra Laura entró al aula, sus ojos brillaban con alegría. Llevaba una hermosa sonrisa que parecía contagiar a todos los pequeños.

"¡Hola, Estrella Amarilla! Soy la maestra Laura y estoy muy emocionada de conocerlos a todos. Hoy va a ser un día especial, ¿no creen?" - dijo, moviendo su mano para que todos saludaran.

Los niños sonrieron tímidamente. Entre ellos estaba Tomás, un niño curioso con una gran pasión por los dinosaurios, y Valentina, una niña soñadora que amaba las estrellas y el arte.

"¿Vamos a aprender sobre dinosaurios?" - preguntó Tomás, con sus ojos iluminados.

"Me encantaría, pero hoy vamos a aprender sobre nosotros mismos primero. ¡Vamos a hacer una actividad!" - propuso la maestra Laura.

Los niños se miraron intrigados. La maestra continuó:

"Quiero que dibujen algo que les guste y que les represente. Luego, cada uno compartirá su dibujo con los demás."

Valentina, emocionada, comenzó a dibujar una noche estrellada llena de colores.

Mientras tanto, Tomás decidió dibujar a su dinosaurio favorito, un T-Rex, pero no podía evitar sentir un poco de nervios al pensar en tener que mostrarlo frente a sus compañeros.

Una vez que todos los dibujos estuvieron listos, la maestra dijo:

"Ahora, vamos a escuchar qué tienen para contar. Recuerden, cada uno es único y especial."

Tomás fue el primero. Con su dibujo en manos, miró a su alrededor y dijo:

"Yo dibujé a un T-Rex porque son mis dinosaurios favoritos. Me gusta porque son muy fuertes."

Los compañeros lo miraron con atención.

"¡Qué interesante!" - exclamó Valentina.

Siguieron compartiendo sus dibujos: Luisa trajo un gato, porque le encantan los animales; Mateo mostró un avión, porque sueña con volar; y Emiliano dibujó un cohete, al igual que Valentina, porque le gusta la ciencia.

Todo iba bien hasta que, de repente, se escuchó un fuerte sonido. Un vecino había golpeado algo en la ventana. Todos se asustaron. Tomás se quedó inmóvil, y Valentina sintió que su corazón latía rápido.

"¡Es solo un ruido, chicos! No se asusten. Recuerden que en el aula Estrella Amarilla estamos aquí para cuidarnos unos a otros. ¿Qué les parece si hacemos una ronda de respiración juntos?" - sugirió la maestra Laura.

De a poco, comenzaron a respirar hondo, sintiendo cómo el miedo se disipaba. La maestra continuó:

"Cada vez que se sientan inseguros o asustados, pueden detenerse, respirar y recordar que somos un equipo aquí."

Con el miedo disipado, Valentina se armó de valor y decidió compartir su dibujo:

"Yo dibujé un cielo lleno de estrellas porque me encanta mirar las estrellas y soñar."

Todos aplaudieron, y Valentina sintió que sus nervios desaparecían. Tomás, tras escucharlo, también se sintió más seguro y terminó su narración sobre el T-Rex.

Después de compartir los dibujos, la maestra Laura decidió activar un juego. Propuso:

"Ahora que nos conocemos un poco mejor, vamos a hacer un juego en el que buscaremos las estrellas en el patio. Pero cada estrella tiene un reto que debemos cumplir."

Así fue como todos se lanzaron a la búsqueda de las estrellas escondidas. Cada estrella traía consigo un desafío divertido: cantar, hacer un dibujo en el suelo, formar una cadena humana o contar un chiste. Las risas llenaban el aire, y los niños comenzaron a hacer amigos rápidamente.

Al final del día, con sonrisas y cansados de tanto correr, la maestra Laura reunió a todos.

"Hoy aprendimos que cada uno de ustedes es una estrella en el aula Estrella Amarilla. Y aunque haya ruidos y cosas inesperadas, siempre hay una forma de volver a brillar juntos."

Los niños aplaudieron y se abrazaron, sintiéndose más unidos que nunca.

"Este año va a ser increíble" - dijo Valentina.

"Sí, y ¡haré un libro sobre dinosaurios!" - agregó Tomás con entusiasmo.

Y así, el primer día en el aula Estrella Amarilla se convirtió en un recuerdo inolvidable. La maestra Laura sabía que juntos enfrentarían cualquier desafío y que su aula sería un lugar donde las risas y los sueños nunca dejarían de brillar.

FIN.

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