El Primer Día en la Escuela Japón



Hoy es un día muy especial para Ana y Carlos. Es el primer día de clases en segundo grado y, para colmo, se trata de la inauguración de la nueva Escuela N°163 Japón, ubicada en La Paz, Canelones. La escuela no es un edificio cualquiera, sino una vieja bodega que fue donada por la familia Tiscornia. Con el sol brillando en el cielo y los pájaros cantando, los dos amigos se encuentran frente a la escuela, llenos de emoción y un poco de nervios.

"¿Te imaginas qué cosas nuevas vamos a aprender hoy?" - dice Ana, apretando su mochila con firmeza.

"¡Sí! Y espero hacer nuevos amigos. Aunque también estoy un poco asustado de conocer a la maestra" - responde Carlos, mordiéndose el labio.

A medida que van ingresando, se sorprenden al ver que el aula se ha transformado. Las viejas barricas de vino han sido pintadas de colores y ahora son mesas. Las paredes tienen dibujos de niños y dibujos que les dan un toque acogedor.

"¡Mira! Esa es la maestra Sofía" - señala Ana, viendo a una mujer de cabello rizado y con una gran sonrisa."¡Parece muy simpática!"

"Y encima tiene una guitarra. ¡Eso es prometedor!" - agrega Carlos entusiasmado.

Los niños pronto se sientan y cuando la maestra Sofía comienza a hablar, sus ojos brillan de emoción.

"¡Bienvenidos, chicos! Hoy no solo comenzamos un nuevo ciclo, sino que además inauguramos nuestra querida escuela Japón. Esta bodega ahora es nuestro lugar, y juntos vamos a aprender cosas fantásticas. ¿Quién está listo para una aventura?" - dice la maestra Sofía, haciendo sonar su guitarra.

Todos levantan la mano, gritando “¡Yo! ”

Luego de una introducción sobre la escuela, deciden hacer un juego de presentación. Cada uno cuenta su nombre y algo especial que les gusta hacer. Cuando llega el turno de Carlos, nervioso, dice:

"Me gusta dibujar edificios."

"¡Genial! Podés ayudarnos a decorar la escuela luego", le dice Sofía sonriendo.

Ana se siente un poco rechazada porque no sabe qué compartir. Al final dice:

"A mí me gusta el jardín, las flores son lindas."

"¡Perfecto! Podemos hacer un jardín en la escuela. ¿Qué les parece?" - sugiere Sofía.

Los niños se miran con alegría, pero pronto llega un giro inesperado. Cuando todos están listos para salir al recreo, ven que la puerta de la bodega está cerrada.

"¿Qué pasó? No podemos salir al patio, ¡es nuestro recreo!" - exclama Carlos.

"Quedémonos tranquilos. Debe haber una solución" - dice Ana.

La maestra, que ya había pensado en esto, les dice:

"Chicos, ¿qué les parece si convirtiendo esta situación en una aventura? Propongo que hagamos un mapa de la bodega, buscando todos los rincones."

Los niños aceptan entusiasmados. Comienzan a explorar, encontrando herramientas antiguas de la bodega, fotos de la familia Tiscornia, y hasta algunos objetos curiosos que son parte de la historia del lugar. Uno de los niños encuentra un viejo sombrero, que lleva a todos a inventar historias sobre quién lo pudo haber usado.

"¡Era un pirata que venía a buscar tesoros!" - dice Carlos con los ojos brillantes.

"No, no. Era un agricultor. ¡Mira sus herramientas!" - responde Ana riendo.

Las risas y las ideas vuelven a unir a los niños, que sienten el espíritu de comunidad crecer. Después de un rato, logran hacer un mapa de todo lo que encontraron. La maestra los felicita:

"¡Qué gran trabajo! Miren todas las cosas que han descubierto juntos. Es un ejemplo perfecto de cómo podemos aprender y divertirnos al mismo tiempo. Ahora, creo que la puerta ya se puede abrir…"

Así fue como, tras la exploración, la maestra logró abrir la puerta y salir al patio, donde pudieron disfrutar de su recreo. Los niños, contentos y unidos, comenzaron a soñar en grande sobre el jardín que querían crear, y la historia de su primera aventura en la escuela Japón, que ya formaba parte de sus recuerdos.

Esa mañana, no solo inauguraron la escuela, sino que ya habían establecido un lindo vínculo entre ellos y sembrado la idea de que la curiosidad y la creatividad pueden convertir cualquier día en una gran aventura.

FIN.

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