El primer día travieso de Emmanuel
En un soleado día de septiembre, Emmanuel se levantó emocionado porque era su primer día de clases en la escuela de preescolar. Se puso su uniforme, desayunó y salió corriendo hacia la escuela, con una mezcla de nervios y alegría en su corazón.
Al llegar, vio a muchos niños jugando en el patio y se emocionó aún más. La maestra, la señorita Lucía, lo recibió con una sonrisa y lo llevó a su sala de clases, donde había juguetes, libros y murales coloridos.
Emmanuel se sentó en su silla, pero pronto comenzó a sentirse inquieto. Miró a su alrededor y vio un frasco con brillantina sobre la mesa. No pudo resistirse y, cuando la maestra no estaba mirando, abrió el frasco y lo esparció por toda la sala. Brillantina por aquí, brillantina por allá. La sala se llenó de destellos y risas de los niños.
La señorita Lucía regresó y quedó sorprendida al ver el desastre. - ¡Emmanuel! ¿Qué has hecho? - exclamó con preocupación. Emmanuel se sintió mal por su travesura y bajó la cabeza, arrepentido. La maestra lo llevó al patio y le explicó que estaba mal usar las cosas sin permiso y hacer desorden.
Emmanuel se disculpó con la señorita Lucía y se comprometió a ayudar a limpiar la sala. Pasaron toda la mañana recogiendo brillantina y ordenando los juguetes. La maestra le explicó que todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y no repetirlos.
Después del almuerzo, la señorita Lucía propuso a los niños hacer un mural con la brillantina. Emmanuel se puso muy feliz y, junto con sus compañeros, creó un hermoso arcoíris que brillaba con luz propia.
Al final del día, Emmanuel se dio cuenta de que, aunque había comenzado con una travesura, había aprendido una gran lección. Estaba ansioso por seguir aprendiendo y divirtiéndose en su escuela.
Y así, entre risas y brillos, comenzó la maravillosa aventura de Emmanuel en la escuela de preescolar.
FIN.