El primer vuelo de Damián


Damián nació en una pequeña ciudad de Argentina rodeado de amor y alegría. Desde el momento en que abrió sus ojitos, sus papás, Juan y Marta, supieron que estaban ante un niño muy especial.

A medida que Damián fue creciendo, demostró ser un niño lleno de curiosidad y valentía. Siempre estaba explorando su entorno con ojos brillantes y una sonrisa traviesa en el rostro. "¡Mira, mamá! ¡Mira lo que encontré!" exclamaba Damián emocionado cada vez que descubría algo nuevo.

Sus padres se maravillaban con la energía y la pasión que su pequeño mostraba por descubrir el mundo. Con el paso de los meses, Damián comenzó a gatear y luego a dar sus primeros pasos.

Cada logro era celebrado por toda la familia con abrazos y aplausos. Pero Damián ansiaba algo más: ¡quería volar!"¿Por qué no puedo volar como las aves, papá?" preguntaba Damián con una mirada llena de sueños.

Juan sonreía y acariciaba la cabecita de su hijo. "Bueno, Damián, las personas no pueden volar como las aves, pero tenemos algo mejor: ¡la imaginación y la capacidad de soñar!" le respondía su papá con cariño.

A partir de ese día, Damián pasó horas y horas jugando a ser piloto de avión en su habitación. Con sus brazos extendidos, corría de un lado a otro, imaginando que volaba por el cielo azul.

Un día, durante un paseo por el parque, Damián vio un avión surcando el cielo y no pudo contener su emoción. "¡Mira, papá, un avión! ¡Yo quiero volar como ese avión!" exclamó Damián señalando al cielo. Juan sonrió y tomó a Damián en brazos.

"¿Sabes una cosa, hijo? Algún día, tú también volarás alto y cumplirás todos tus sueños" le aseguró su papá. A medida que Damián cumplía dos años, su imaginación y su amor por los aviones seguían creciendo.

Un día, mientras jugaba en el jardín, un viento suave hizo bailar su pelota por el aire. Damián extendió los brazos y corrió detrás de ella como si estuviese volando. Marta lo observaba con una sonrisa tierna en el rostro. "Mi pequeño soñador, siempre buscando volar" susurró Marta con amor.

No sabía cuándo ni cómo, pero Damián estaba destinado a volar alto y cumplir todos sus sueños.

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