El príncipe amable


Había una vez un pequeño príncipe que amaba las flores. Pasaba horas y horas en el jardín de su reino, cuidando y admirando cada una de ellas.

Un día, mientras estaba distraído entre los pétalos de una rosa roja, se dio cuenta de que había perdido el camino hacia su hogar. El pequeño príncipe comenzó a caminar sin rumbo fijo, tratando de encontrar alguna pista que lo llevara de vuelta a casa.

Pero cuanto más caminaba, más se alejaba del palacio real. De repente, escuchó un ruido extraño detrás de unos arbustos. Con cautela se acercó y descubrió a una mariposa atrapada en una telaraña.

"¡Oh no! ¡Pobre mariposa! ¿Cómo puedo ayudarte?"- preguntó el pequeño príncipe con preocupación. La mariposa respondió: "No te preocupes por mí. Estoy bien. Pero necesito tu ayuda para liberarme de esta telaraña".

El pequeño príncipe no dudó ni un segundo y con mucho cuidado desenredó la tela hasta liberarla. La mariposa le agradeció con un vuelo alrededor del príncipe. "Gracias por salvarme", dijo la mariposa antes de partir.

El pequeño príncipe siguió caminando hasta llegar a un lago cristalino rodeado de árboles frondosos donde encontró a dos patitos llorando junto a la orilla. "¿Qué les pasa?", preguntó el pequeño príncipe preocupado. Los patitos respondieron: "Hemos perdido a nuestra madre y no sabemos cómo volver a casa".

El pequeño príncipe reflexionó un momento y luego les dijo: "No se preocupen, yo los ayudaré. ¿Recuerdan por dónde vinieron?". Los patitos asintieron con la cabeza y el pequeño príncipe los guió de regreso al hogar de su madre.

"¡Gracias por ayudarnos!", dijeron los patitos antes de desaparecer en el agua. Mientras seguía caminando, el pequeño príncipe encontró una flor solitaria que estaba marchita. Con mucho cuidado la tomó entre sus manos y comenzó a regarla con lágrimas que salían de sus ojos.

"¿Por qué lloras?", preguntó la flor sorprendida. "Estoy triste porque me he perdido en este jardín y no sé cómo volver a casa", respondió el pequeño príncipe con tristeza. La flor lo miró compasiva y le dijo: "No te preocupes, amigo.

Siempre hay un camino de vuelta a casa, aunque a veces sea difícil encontrarlo. Pero si sigues tu corazón, estoy segura de que lo encontrarás".

Con las palabras reconfortantes de la flor en su mente, el pequeño príncipe continuó caminando hasta que finalmente encontró su camino de vuelta al palacio real.

Desde ese día, nunca más se perdió en el jardín gracias a las enseñanzas que obtuvo del encuentro con la mariposa atrapada, los patitos perdidos y la flor marchita. Aprendió que siempre hay alguien necesitado alrededor nuestro y que podemos hacer la diferencia en sus vidas. Y sobre todo, aprendió que si seguimos nuestro corazón, siempre encontraremos el camino de regreso a casa.

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