El Príncipe Azul y la Princesa Valiente
Había una vez en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Valentina que vivía en un castillo resplandeciente. Valentina era conocida no solo por su belleza, sino también por su valentía. Un día, un enorme dragón apareció y la atrapó en su castillo. El dragón no era malo, pero se sentía solo y quería hablar. Sin embargo, nadie se atrevía a acercarse.
Mientras tanto, en un pueblo cercano, un apuesto príncipe conocido como Príncipe Azul escuchó sobre la situación de Valentina. "¡Yo iré a salvarla!" - exclamó, decidido a enfrentarse al dragón. Se preparó y comenzó su viaje.
En el camino, el Príncipe Azul se encontró con la primera dificultad: un ancho río con agua rugiente. En la orilla había un viejo pato que lo observaba.
"¡Oh, viejo pato! ¿Cómo puedo cruzar este río?" - preguntó el príncipe.
"Si quieres cruzar, deberás aprender a ser paciente y construir un puente con ramas. La naturaleza siempre ayuda a quienes se esfuerzan", respondió el pato.
El príncipe reflexionó y decidió seguir el consejo del pato. Juntó ramas y, tras mucho esfuerzo, logró construir un puente. Cruzó el río y siguió su camino.
Más adelante, se encontró con un enorme bosque oscuro. Los árboles eran tan altos que casi no entraba la luz. Allí, escuchó el canto de un ave.
"¿Quién está ahí?" - preguntó el príncipe,
"Soy el Gorrión Sabio. Para avanzar, primero debes demostrar tu habilidad para resolver problemas. ¿Por qué no intentas encontrar el camino a seguir?" - le respondió el ave.
El príncipe miró a su alrededor y notó que había varias rutas. Tras pensarlo, decidió seguir una que tenía flores creciendo en el suelo. "Las flores siempre buscan la luz", murmuró. Así, encontró el camino correcto y salió del bosque.
Finalmente, llegó a las puertas del castillo de Valentina, pero el dragón estaba aguardando en la entrada. En lugar de atacar, el príncipe decidió hablar con él.
"¡Dragón! Estoy aquí para salvar a la princesa, pero quiero entender primero tu historia", dijo con valentía.
"¡Oh, humano! Solo quiero compañía. He estado solo tanto tiempo. Valentina es una gran conversadora, por eso la traje aquí. Pero no la lastimo, la necesito cerca", confesó el dragón, con un suspiro profundo.
Valentina escuchaba desde una ventana. "Príncipe, el dragón no es malo, solo está triste. Tal vez podamos ayudarlo", sugirió Valentina.
El Príncipe Azul, sorprendido, pensó rápido. "Si le traigo amigos, ¿te gustaría liberar a Valentina?" - preguntó al dragón.
"Sí, ¡eso haría que mi corazón se llenara de alegría!" - respondió el dragón.
Entonces, el Príncipe Azul y Valentina idearon un plan. Al día siguiente, se creó una fiesta en el bosque y se invitó a todos los animales. El dragón, inseguro al principio, aceptó asistir.
La fiesta fue un gran éxito; el dragón hizo nuevos amigos, y Valentina pudo volver a su hogar libremente. "Gracias, Brinco (dragoncito), por dejarme volver" - dijo Valentina con una sonrisa.
"Gracias a ustedes, nunca más me sentiré solo" - dijo el dragón contento.
El Príncipe Azul y la princesa Valentina se hicieron amigos del dragón y juntos formaron un lazo que benefició a todos en el reino. Cada semana, organizaban reuniones en el bosque con todos los animales para celebrar y compartir historias.
Y así, en vez de ser enemigos, todos vivieron en armonía, demostrando que el entendimiento y la amistad pueden vencer muchos obstáculos. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
FIN.