El Príncipe de la Luna y la Estrella Brillante
Había una vez, en un rincón lejano del universo, un príncipe llamado Luno que vivía en la luna. Luno era un príncipe solitario, rodeado de paisajes plateados y una alegría silenciosa que a veces le pesaba en el corazón. Cada noche miraba al cielo y veía a las estrellas brillar con fuerza. Entre ellas, había una que destacaba por su luz especial; era Stellina, una estrella que iluminaba todo a su alrededor.
Una noche, mientras Luno paseaba por el paisaje lunar, decidió que quería conocer a Stellina. Cálido por la curiosidad, se armó de valor y exclamó al cielo:
"¡Oh, Stellina, estrella brillante! ¿Cómo puedo llegar a ti? Te admiro desde aquí, pero anhelo conocerte en persona."
De repente, con un suave destello, Stellina respondió:
"¡Hola, Luno! Nunca antes habías hablado conmigo. Soy muy feliz que te fijes en mí."
Con una sonrisa, Luno le dijo:
"Tu luz es tan hermosa que ilumina hasta mis pensamientos más oscuros. ¿Cómo es ser una estrella?"
"Ser una estrella es mágico. Vivo en el cielo, pero me siento sola a veces, ya que sólo puedo mirar y brillar. Mi luz alcanza a muchos, pero no puedo tocarlos ni conocerlos."
Luno comprendió la soledad de Stellina, y sintió que se había formado una conexión especial entre ellos. Desde esa noche, todas las noches, Luno y Stellina hablaron, compartieron historias sobre sus mundos y se hicieron amigos.
Poco a poco, Luno se fue enamorando de la estrella. Un día decidió que quería hacer algo especial por Stellina. Pensó en un plan para ir hasta ella.
"¡Stellina! He considerado levantarme en vuelo hacia el cielo. Si salto lo suficientemente alto, quizás pueda llegar a ti."
Stellina sorprendida respondió:
"Luno, eso no es posible. Eres un príncipe de la luna. Tu hogar es aquí, entre el polvo plateado, no en el cielo estrellado. Pero te agradezco tu amor."
Sin embargo, el deseo de Luno era fuerte. Así que, con la ayuda de su talento único para crear bellas nebulosas, se aventuró a construir un puente de luz usando estrellas fugaces y polvo cósmico. El puente comenzó a tomar forma, y Luno se emocionó al pensar que pronto podría conocer a Stellina en persona.
Un día, mientras Luno estaba en medio de la construcción, un fuerte viento cósmico apareció y desbarató su puente.
"No, ¿por qué?" - gritó Luno, desalentado.
"Creo que tu amor es sincero, pero lo que intentas hacer no está destinado a ser así. Tú perteneces a la luna, y yo al cielo."
Luno se sintió triste y no sabía qué hacer. Pero Stellina lo alentó:
"Tu luz brilla intensamente, Luno. Pero en lugar de tratar de acercarte a mí, ¿qué te parece si juntos iluminamos a otros? Hay muchas criaturas en el universo que necesitan de nuestra luz."
Con esa idea, Luno y Stellina comenzaron a trabajar. Decidieron utilizar sus talentos combinados para ayudar a quienes se sentían solos en la tierra. Luno usó su magia para crear preciosas luces que despertaron la noche, mientras Stellina brilló más que nunca, guiando a quienes buscaban consuelo.
Así, viajaron juntos por el universo, creando momentos felices para los demás, y Luno pronto se dio cuenta de que aunque no podía estar al lado de Stellina, ambos podían brillar juntos desde sus propios lugares.
Un día, mientras recorrían el cosmos, Luno miró hacia Stellina y le dijo:
"No puedo estar junto a vos físicamente, pero juntos hacemos brillar el universo. Esto es más hermoso que lo que imaginé."
"Exactamente, querido Luno" - respondió Stellina con una sonrisa brillante. "Nuestro amor trasciende la distancia y se convierte en luz que ayuda a todos a encontrar esperanza."
Desde entonces, Luno ya no se sintió más solo, y con Stellina a su lado, llenaron al universo de luz y magia, recordando que el amor verdadero puede encontrar su camino, sin importar la distancia.
Y así, el príncipe Luno aprendió que a veces, el amor no necesita estar físicamente juntos, sino que puede brillar en las acciones y en el apoyo incondicional que cada uno brinda al otro.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.