El Príncipe del Bosque de Sol y Flores



Érase una vez, en un hermoso bosque donde brillaba el sol y las flores florecían por doquier, un joven príncipe llamado Lorenzo. Él no era un príncipe común, ya que su corazón latía por la naturaleza y todo lo que en ella habitaba.

Cada mañana, Lorenzo se aventuraba entre los árboles y las flores, hablando con los animales y cuidando de las plantas. "¡Hola, querido amigo pajarito! ¿Cómo amaneciste hoy?" - le decía al canario que siempre le devolvía el saludo.

Pero un día, mientras exploraba una parte desconocida del bosque, encontró un camino cubierto de espinas. Al seguirlo, llegó a un claro iluminado por el sol, donde flores de todos los colores danzaban al ritmo del viento. En el centro del claro, una flor dorada brillaba intensamente. "¡Qué maravilla! Nunca había visto algo tan hermoso" - exclamó Lorenzo.

Sin embargo, cuando intentó acercarse, una voz suave pero firme emergió de la flor dorada. "¡Espera, joven príncipe! No te acerques. Estoy bajo un encantamiento. Solo el amor puro puede liberarme."

Intrigado, Lorenzo decidió que ayudaría a la flor. "¿Cómo puedo demostrarte mi amor puro?"

La flor respondió: "Deberás realizar tres actos de bondad en el bosque y, al final, deberás entregarme una flor de tus propias manos como símbolo de tu amor por la naturaleza."

Sin dudarlo, Lorenzo aceptó el desafío. Comenzó su aventura. El primer acto de bondad lo encontró ayudando a un pequeño conejito que había perdido a su familia. "No te preocupes, amiguito. Yo te ayudaré a encontrarlos" - le dijo.

Lorenzo recorrió el bosque, buscando entre los arbustos y árboles, hasta que finalmente encontró a la mamá conejo. "¡Mira! He traído a tu pequeño hijo de vuelta" - manifestó con una sonrisa. La mamá conejo agradeció con alegría y lo abrazó.

El segundo acto de bondad consistió en regar las flores que se marchitaban bajo el sol ardiente. "Voy a cuidar de ustedes, pequeñas flores" - les prometió. Las flores le agradecieron moviendo sus pétalos, llenando el aire con su dulce aroma.

Por último, en su camino, se encontró con un grupo de animales que tenían miedo de una tormenta que se avecinaba. "No temáis, amigos. Juntos encontraremos un refugio seguro" - les dijo. Más que ellos, la valentía de Lorenzo los llenó de confianza.

Tras ayudar a sus amigos del bosque, Lorenzo decidió que era el momento de volver al claro. Se acercó a la flor dorada y con sus manos creó con amor una hermosa flor de colores brillantes. "Esta flor es un símbolo del amor que siento por la naturaleza y todos sus seres" - exclamó.

Cuando entregó la flor, un resplandor mágico llenó el claro. La flor dorada comenzó a transformarse en una bella dama de luz. "Gracias, príncipe Lorenzo. Tu bondad ha roto el encantamiento. Ahora estoy libre" - dijo la dama con una voz melodiosa.

Lorenzo sonrió y se sintió feliz. "Lo hice por amor a mi hogar y a todos los que habitan en él".

La dama se presentó como Floriana, el espíritu del bosque. "Te agradezco sinceramente por tu bondad. Como recompensa, el bosque siempre te protegerá y te brindará su belleza".

Desde aquel día, Lorenzo y Floriana se hicieron grandes amigos. Juntos, continuaron cuidando el bosque, asegurándose de que siempre estuviera lleno de amor y flores.

Así, el príncipe aprendió que el verdadero amor se manifiesta a través de actos de bondad y cuidado hacia los demás, y el bosque floreció para siempre bajo el sol brillante.

FIN.

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