El Príncipe del Bosque y la Princesa del Río



Érase una vez, en un reino alejado entre altos árboles y ríos cristalinos, una encantadora princesita llamada Lía. Ella vivía en un hermoso castillo, pero siempre soñaba con ser aventurera y descubrir el mundo más allá de sus muros.

Un día, Lía decidió salir al bosque cercano, donde se decía que se encontraba un misterioso oso llamado Salvo, el guardián de la armonía del lugar. Con su vestido de flores y su espíritu intrépido, se adentró entre los árboles.

Mientras tanto, en una colina no muy lejos, había un príncipe llamado Lucas. Él era todo lo contrario a Lía: un joven aventurero que siempre había explorado los rincones del bosque y nadado en el río.

Una tarde, mientras Lía recogía flores, se encontró con un arroyo lleno de aguas brillantes. "¡Qué hermoso lugar! ¡Tengo que contárselo a mis amigos!"- pensó. Pero justo en ese momento, escuchó un ruido extraño detrás de los arbustos.

Al acercarse, se dio cuenta de que era Salvo, el oso. "Hola, princesita. No te asustes. Soy el guardián de este bosque. Aquí, todos somos amigos, pero necesitamos tu ayuda"- dijo Salvo con voz suave.

Lía, emocionada y un poco asustada, preguntó: "¿Qué puedo hacer para ayudar?"-

Salvo explicó que había un desequilibrio en la naturaleza. "Los ríos están perdiendo su caudal porque algunos barcos están contaminando el agua. Necesitamos que hables con los habitantes del pueblo para encontrar una solución"- le dijo.

Mientras tanto, Lucas estaba explorando el otro lado del bosque. Al escuchar el rumor del agua, decidió investigar y llegó justo cuando Lía se estaba despidiendo de Salvo. "¿Eres tú la famosa princesita que todos cuentan?"- preguntó Lucas, con una sonrisa.

"Sí, soy yo. Y necesito ayuda para salvar el río!"- exclamó Lía. "¿Te gustaría unirte a mí?"-

Lucas, encantado por la idea de una aventura, aceptó. Pero antes de que pudieran ir a hablar con el pueblo, Salvo les dijo: "Hay un viejo sabio en la montaña. Él conoce la forma de restaurar el río. Vayan a buscarlo primero"-

Y así, los dos jóvenes partieron hacia la montaña, donde encontraron al anciano. "Para restaurar el equilibrio, deben convencer al pueblo de que el río es su vida. Sin agua, no habrá futuro. ¿Están listos para ser valientes?"- preguntó el sabio.

"¡Sí!"- respondieron al unísono Lía y Lucas.

De regreso al pueblo, prepararon una reunión con los aldeanos. Lía se subió a una roca para hablar, con Lucas a su lado. "Queridos amigos, los ríos son el corazón de nuestra tierra. Si no cuidamos de ellos, nuestro futuro estará en peligro"- dijo Lía con firmeza.

Las palabras resonaron en el corazón de los habitantes, pero algunos aún tenían dudas. Lucas, viendo la indecisión, decidió intervenir: "Hicimos una travesía para aprender de la naturaleza. ¡La armonía es esencial!"-

Juntos, presentaron un plan para limpiar el río y crear un sistema que impidiera la contaminación. "Todos juntos podemos marcar la diferencia!"- agregó Salvo, quien se había unido a la reunión.

Finalmente, la comunidad aceptó unirse a la causa. Con la ayuda de Lía, Lucas y Salvo, los aldeanos comenzaron a limpiar el río y plantaron árboles alrededor de la orilla. Con el tiempo, el agua volvió a fluir con fuerza y pureza.

El bosque recuperó su brillo, y el pueblo aprendió a cuidar de su entorno. Lía y Lucas se convirtieron en amigos inseparables, siempre explorando y cuidando el bosque juntos.

Y así, la princesita y el príncipe aventurero demostraron que, con valentía y unión, se pueden enfrentar los mayores desafíos. Y nunca olvidaron la importancia de cuidar de la naturaleza, para que la armonía siempre reigne en su hermoso reino.

FIN.

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