El príncipe generoso



Había una vez un príncipe llamado Tomás, que vivía en un hermoso castillo ubicado en lo alto de una colina. Tomás era un niño muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba los alrededores del castillo, el príncipe encontró un viejo libro mágico escondido en una cueva. Al abrirlo, se dio cuenta de que podía concederle cualquier deseo que tuviera. Tomás estaba emocionado y pensó: "¡Qué maravilla! Podré tener todo lo que quiera".

Sin embargo, decidió usar su poder para hacer algo importante por su reino. El príncipe recordó que había muchos niños en los pueblos cercanos que no tenían acceso a la educación.

Decidió entonces usar sus deseos para construir escuelas y contratar maestros capacitados. Al poco tiempo, las escuelas estaban listas y los niños comenzaron a asistir a clases. El príncipe Tomás se convirtió en el profesor favorito de todos ellos.

Les enseñaba matemáticas, ciencias y literatura con gran alegría y entusiasmo. Un día, mientras daba una lección sobre la importancia de la amistad, uno de los niños llamado Juanito levantó la mano y dijo: "-Príncipe Tomás, ¿qué pasa si alguien no tiene amigos?".

Tomás sonrió amablemente y respondió: "-Juanito, todos merecen tener amigos. Pero debemos recordar que la verdadera amistad se basa en la bondad y el respeto mutuo". Entonces el príncipe tuvo una idea.

Decidió organizar un gran festival en el castillo, al que invitó a todos los niños del reino. Habría juegos divertidos, música y comida deliciosa. El día del festival llegó y el castillo estaba lleno de risas y alegría.

Los niños se hicieron amigos rápidamente y disfrutaron de todas las actividades juntos. Mientras observaba a los niños divirtiéndose, Tomás pensó en otra forma de ayudarlos. Recordó que muchos de ellos no tenían ropa adecuada para el invierno.

Entonces, decidió usar su último deseo para comprar abrigos y bufandas para todos. Cuando los niños recibieron sus nuevos abrigos, estaban emocionados y agradecidos con el príncipe Tomás. A partir de ese momento, la amistad entre ellos se fortaleció aún más.

Con el tiempo, los pueblos cercanos comenzaron a prosperar gracias a la educación que habían recibido y al espíritu solidario fomentado por el príncipe Tomás.

El príncipe se dio cuenta de que había hecho algo mucho más valioso que tener poder o riquezas: había traído felicidad y esperanza a aquellos que lo necesitaban. Desde entonces, Tomás continuó siendo un príncipe ejemplar, dedicando su vida a ayudar a los demás y enseñándoles la importancia de la educación, la amistad y la generosidad.

Y así es como el príncipe Tomás demostró que ser un verdadero líder no tiene nada que ver con títulos o riquezas, sino con cómo usamos nuestras habilidades y oportunidades para hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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