El Príncipe Generoso



Había una vez, en un reino lejano, un príncipe llamado Mateo. Desde pequeño, Mateo siempre había sido muy avaricioso y egoísta. Siempre quería tener más y más, sin importarle quien saliera perjudicado en el proceso.

Un día, el rey Ricardo decidió hacer una fiesta para celebrar su cumpleaños. Invitó a todos los habitantes del reino y les pidió que llevaran regalos para él.

Mateo estaba emocionado con la idea de recibir tantos obsequios y pensaba cómo podría obtener los mejores regalos de todos. Cuando llegó el día de la fiesta, los invitados comenzaron a llegar con sus presentes. Había cajas envueltas en papel brillante, paquetes decorados con listones coloridos y bolsas llenas de sorpresas.

Pero lo que más llamaba la atención era un enorme cofre dorado que llevaban dos hombres fuertes. Mateo no podía esperar para abrir ese cofre y ver qué había dentro.

Se acercó rápidamente a los hombres y les dijo: "¡Eh! ¡Esperen! Yo soy el príncipe Mateo, así que ese regalo es mío". Los hombres se miraron confundidos pero decidieron entregarle el cofre al príncipe. Con ansias desbordantes, Mateo abrió el cofre dorado solo para encontrarlo vacío.

Su rostro se transformó en una gran decepción mientras miraba fijamente hacia adentro sin poder creerlo. En ese momento apareció una hada madrina muy sabia llamada Sofía.

Ella se acercó al príncipe y le dijo: "Mateo, la verdadera riqueza no se encuentra en los objetos materiales, sino en el corazón. Si sigues buscando solo por ti mismo, nunca serás feliz". El príncipe Mateo se sintió confundido pero algo dentro de él resonaba con las palabras de la hada madrina.

Decidió hacerle caso y comenzó a cambiar su actitud avara. Días después, el rey Ricardo organizó una competencia para encontrar al habitante más generoso del reino. Todos los ciudadanos estaban emocionados y querían participar para demostrar su bondad.

Mateo decidió inscribirse y pensó en cómo podría ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Se acercó al panadero del pueblo y le pidió que hornease pan fresco para todos los asistentes a la competencia.

También fue al carpintero y le solicitó que construyera bancos para que todos pudieran sentarse cómodamente. El día de la competencia llegó y Mateo estaba nervioso pero feliz por haber hecho algo bueno por los demás.

Cuando el rey Ricardo anunció el ganador, todos quedaron sorprendidos al escuchar su nombre: ¡príncipe Mateo! El rey explicó que aunque había muchas personas generosas en el reino, nadie había hecho tanto como Mateo para asegurarse de que todos tuvieran un buen momento durante la competencia.

Desde ese día, Mateo aprendió una gran lección sobre la importancia de ser generoso y pensar en los demás antes que en uno mismo. Dejó atrás su actitud egoísta y se convirtió en un príncipe amable y considerado.

Y así, el reino lejano vivió felizmente, con un príncipe que entendió que la verdadera riqueza se encuentra en compartir y ayudar a los demás. Fin.

FIN.

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