El Príncipe Generoso y el Bosque de las Maravillas



En un hermoso reino rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía un príncipe llamado Mateo. A diferencia de otros príncipes, Mateo era conocido por su gran generosidad y bondad. Siempre dedicaba su tiempo a ayudar a los demás y hacer felices a sus súbditos. Cada mañana, salía de su castillo para recorrer el reino y escuchar las necesidades de la gente.

Un día, mientras paseaba por el mercado, Mateo vio a una niña llorando.

- ¿Por qué lloras, pequeña? - le preguntó el príncipe con ternura.

- Señor, he perdido mi muñeca favorita y no puedo encontrarla - respondió la niña con la voz entrecortada.

Mateo decidió ayudarla. Se puso a buscar por toda la plaza y, tras varios minutos, encontró la muñeca atrapada en unas ramas de un árbol.

- ¡Aquí está! - exclamó el príncipe, levantando la muñeca con una sonrisa.

- ¡Gracias, gracias! - gritó la niña, corriendo hacia él para abrazarlo. - Eres el mejor príncipe del mundo.

Días después, el príncipe Mateo decidió organizar un gran banquete en el castillo para celebrar la bondad y la generosidad. Invitó a todos los ciudadanos del reino, y el día del festín, el castillo se llenó de risas y alegría.

Durante la fiesta, una anciana se acercó al príncipe y le dijo:

- Su Alteza, tengo una historia que contar. En el bosque detrás del castillo, hay un árbol mágico que concede deseos, pero solo si se le trata con amor y respeto. Algunos han intentado aprovecharse de su poder y lo han dañado.

Intrigado por la historia, Mateo decidió ir al bosque al día siguiente. Quería ayudar al árbol y a cualquier criatura que habitara allí. Al llegar al bosque, se encontró con un camino lleno de flores, y en el centro, un enorme árbol con ramas brillantes.

- ¡Hola, querido árbol! - saludó el príncipe. - He venido a ayudarte.

De repente, un hermoso pájaro azul voló hacia él y dijo:

- Gracias, buen príncipe. Este árbol es muy especial, pero muchos lo han olvidado. Si logras que la gente reconozca su belleza y cuido, él otorgará un deseo a una persona del reino.

Mateo volvió al castillo y convocó a todos los ciudadanos:

- ¡Queridos amigos! Los invito a ayudarme a cuidar del árbol mágico en el bosque. Si todos contribuimos, podremos demostrar que la bondad y el amor son más poderosos que la codicia.

La gente entusiasmada se unió a Mateo. Juntos, limpiaron el área alrededor del árbol, sembraron más flores y dejaron mensajes de amor en las ramas. A medida que pasaban los días, el árbol comenzó a brillar con más intensidad.

Finalmente, llegó el día en que el árbol estaba listo para conceder su deseo. Todos se reunieron allí, ansiosos por conocer qué pasaría.

- El deseo será concedido no por mí, sino por el amor que ustedes han mostrado - explicó el árbol con una voz suave. - Ustedes han cuidado de mí y han aprendido el valor de la generosidad.

Y así, el árbol decidió que su deseo sería que la paz y la felicidad reinara en el reino para siempre.

- ¡Viva el príncipe Mateo! - gritaron todos al unísono, llenos de alegría.

Desde entonces, el reino prosperó y cada uno aprendió la importancia de la bondad y la generosidad. Mateo siguió siendo un príncipe querido, y el árbol mágico se convirtió en símbolo del amor y la armonía de su pueblo.

Mateo se dio cuenta de que no era solo la magia del árbol lo que había traído la felicidad, sino el esfuerzo y la unión de todos para un bien común.

Así, en su castillo, el príncipe Mateo siempre recordaba a todos que la verdadera magia reside en la bondad de cada uno.

FIN.

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