El Príncipe Martín y la Bruja Malvina en Villa Alegría
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegría, una maestra muy querida por todos sus alumnos. La señorita Ana era cariñosa, paciente y siempre tenía una sonrisa para cada niño que entraba a su salón de clases.
Pero un día, llegó al pueblo la bruja Malvina. Esta bruja no le gustaba la felicidad de los demás y decidió hacerle la vida imposible a la pobre maestra Ana.
Malvina lanzaba hechizos para desordenar el salón de clases, hacía desaparecer los lápices y libros de los niños, e incluso asustaba a los más pequeños con sus risas malévolas. La maestra Ana estaba triste y preocupada. No sabía qué hacer para detener a la bruja Malvina.
Hasta que un día, mientras intentaba organizar su salón de clases, escuchó un ruido en la ventana. Era un joven apuesto con unos lentes azules brillantes que reflejaban su valentía.
"¡Hola! Soy Martín, el príncipe azul del Reino Vecino. He venido a ayudarte a derrotar a la bruja Malvina", dijo el joven con determinación. La maestra Ana no podía creer lo que veían sus ojos. Un verdadero príncipe dispuesto a ayudarla en su momento de necesidad.
Juntos idearon un plan para enfrentarse a la malvada bruja.
Esa misma tarde, cuando Malvina apareció en el salón de clases riéndose con maldad, el príncipe Martín se adelantó valientemente y le lanzó polvo mágico que hizo retroceder a la bruja. "¡No permitiré que sigas molestando a esta maravillosa maestra y a sus alumnos! ¡Tu maldad no tiene lugar aquí!", exclamó Martín con firmeza.
Malvina intentó resistirse, pero finalmente fue vencida por el poder del amor y la bondad que irradiaban tanto la maestra Ana como el príncipe Martín. La bruja desapareció entre chispas negras dejando tras de sí solo polvo brillante.
Desde ese día, el príncipe Martín se quedó en Villa Alegría junto a la maestra Ana. Los niños estaban encantados con tener al valiente príncipe como profesor suplente en las tardes después de clase. La alegría volvió al pueblo gracias al coraje y bondad del príncipe azul y su amada maestra Ana.
Juntos enseñaron importantes lecciones sobre valentía, trabajo en equipo y solidaridad a todos los habitantes de Villa Alegría.
Y así fue como la historia terminó con un final feliz: la maestra Ana encontró en el príncipe Martín no solo un compañero valiente sino también un amor verdadero. Y juntos fueron felices para siempre enseñando valores importantes a todos los niños del pueblo.
FIN.