El Príncipe Moreno y el Reino de los Colores
Érase una vez, en un lejano reino llamado Arcoíris, un príncipe moreno llamado Leo. A pesar de ser el hijo del rey y la reina, su piel oscura lo hacía objeto de miradas despectivas por parte de algunos de los habitantes del reino. Leo sentía que no encajaba con las expectativas que tenían de él. Los nobles, que eran todos de piel clara, solían murmurar entre ellos:
"No puede ser nuestro futuro rey con su aspecto."
"Debería pasar más tiempo al sol, se vería mejor."
Esto le dolía mucho a Leo, quien siempre había sido amable y justo con todos. Sin embargo, un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, se encontró con una niña llamada Lila. Ella era diferente de los demás. Tenía el cabello rizado y una piel de un tono dorado.
"Hola, príncipe Leo. ¿Te gustaría jugar conmigo?" - le preguntó Lila, sonriendo.
Leo se sintió un poco aliviado. Pasaron horas divirtiéndose juntos, riendo y jugando, y Leo se sintió por fin aceptado.
Un día, durante un gran baile en el castillo, el rey organizó un concurso para encontrar el mejor baile del reino. Leo, entusiasmado, decidió participar con Lila. Sin embargo, al ver a Leo en la pista de baile, algunos nobles comenzaron a hablar:
"¿Qué hace ese mocoso ahí?"
"No puede bailar como nosotros, mejor que se retire."
Leo, sintiéndose herido, comenzó a dudar de sí mismo. Pero Lila lo miró y le dijo:
"No escuches lo que dicen. La verdadera belleza está en el talento y en el corazón."
"Sí, tienes razón. ¡Vamos a demostrarles cuánto podemos brillar juntos!" - respondió Leo, decidido.
Cuando llegó su turno, Leo y Lila comenzaron a bailar con todo su corazón. A medida que se movían, el público comenzó a aplaudir. La música llenó el aire y, de pronto, todos los que antes dudaban, se dejaron llevar por la energía del baile.
Después de terminar, el rey se levantó y dijo:
"¡Bravo! Ustedes han mostrado que la verdadera esencia de un rey no se mide por su apariencia, sino por su talento y su coraje."
La multitud aplaudió con fervor, y hasta los nobles más escépticos comenzaron a reconocer la valía de Leo. Con el tiempo, la actitud del reino cambió. Leo se convirtió en un símbolo de aceptación, y Lila, quien había sido discriminada por su apariencia también, se unió a él para promover la diversidad en Arcoíris.
Desde ese día, Leo y Lila organizaron festivales en los que todos podían mostrar sus talentos, independientemente de su aspecto. El reino se llenó de risas y colores, donde cada persona se sintió valorada y querida. Leo aprendió que, aunque había sido discriminado, su verdadero valor provenía de su bondad y de su amistad con Lila.
Y así, en el reino de Arcoíris, el príncipe moreno demostró que la belleza se encuentra en la diversidad, y juntos, cambiaron la forma de ver el mundo para siempre. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.