El Príncipe Pulgarcito y el Lobo Travieso



Había una vez en un reino lejano, un pequeño príncipe llamado Pulgarcito, que era tan pequeño como su nombre lo indicaba, pero su valentía era inmensa. Un día, su madre, la reina, le contó sobre la hermosa princesa Aurora, quien había caído en un profundo sueño debido a una maldición de una malvada bruja.

"- Debes ir a despertarla, Pulgarcito, -dijo la reina-. Solo el verdadero amor puede romper el hechizo."

"- Pero soy tan pequeño, ¿cómo voy a lograrlo? -se preguntó Pulgarcito, sintiendo un poco de temor."

"- La valentía viene en todos los tamaños, mi querido hijo. Debes creer en ti mismo. -Lo animó la reina."

Mientras tanto, en el bosque, un lobo travieso, conocido por sus malvados planes, había escuchado la conversación. "- ¡Ja! Este príncipe tan pequeño no podrá hacer nada. ¡Voy a aprovecharme de eso! -se rió el lobo, entre dientes, planeando como podría interceptarlo en su camino hacia la princesa."

Armado con su pequeño escudo y una espada hecha de una rama, Pulgarcito se adentró en el bosque, decidido a cumplir su misión. En su camino, se encontró con un zorro sabio.

"- Buenas tardes, Pulgarcito. -saludó el zorro. -¿A dónde vas con tanto apuro?"

"- Voy a despertar a la princesa Aurora. -respondió Pulgarcito con determinación."

"- Eso suena peligroso, pero si realmente lo quieres, escúchame. La clave está en mostrar tu valentía. No dejes que el lobo te asuste. -advirtió el zorro."

"- Gracias, zorro. -dijo Pulgarcito mientras continuaba su camino, sintiéndose un poco más fuerte."

Al llegar a un claro, se encontró con el lobo, que estaba esperando. "- ¡Hola, pequeño príncipe! -dijo el lobo con una sonrisa maliciosa-. ¿Te gustaría jugar un juego?"

"- ¿Qué tipo de juego? -preguntó Pulgarcito, sintiendo un escalofrío."

"- Un juego de miedo. Te asustaré hasta que no puedas seguir adelante. -se burló el lobo."

Pulgarcito recordó las palabras del zorro y decidió no dejar que el lobo lo intimidara. "- Está bien, lobo. Pero yo también puedo asustarte. -replicó Pulgarcito, con una sonrisa desafiante. -¡Boo!"

El lobo no esperaba esa respuesta. "- ¿Tú asustarme? ¡Eso es muy gracioso! -se burló, pero en el fondo, comenzó a dudar de su propia valentía."

"- Sí, puedo. Y tengo un gran sueño que cumplir. -dijo Pulgarcito, cada vez más seguro. -No me detendrás."

La determinación de Pulgarcito era tan fuerte que el lobo empezó a temer perder su diversión. "- ¿Y qué pasaría si, en lugar de asustarnos, nos ayudamos mutuamente? -sugirió el lobo, tratando de cambiar de táctica."

"- ¿Ayudarnos? -preguntó Pulgarcito, sorprendido. -¿Por qué lo harías?"

"- Quizás yo también puedo aprender de tu valentía. -respondió el lobo, sintiéndose un poco avergonzado por su comportamiento."

"- Está bien, pero solo si prometes dejar de ser malo. -dijo Pulgarcito, con seriedad."

El lobo asintió. "- Trato hecho. Vamos juntos a despertar a la princesa. Estoy cansado de estar solo."

Juntos, el príncipe Pulgarcito y el lobo se dirigieron al castillo. Usando su ingenio, Pulgarcito encontró la forma de entrar y, al fin, llegó ante la bella durmiente. Con un beso dulce y sincero, Aurora despertó.

"- ¿Quién me ha despertado? -preguntó la princesa, mirando sorprendida a Pulgarcito."

"- Soy Pulgarcito, el príncipe más pequeño, -respondió él con una sonrisa. -Y este es mi amigo, el lobo."

"- ¿El lobo? -se sorprendió Aurora. -¿Pero no es malo?"

"- No siempre, parece que también tiene un buen corazón. -dijo Pulgarcito. -He aprendido que a veces las apariencias engañan."

Aurora, sonriendo, dijo: "- Gracias, Pulgarcito. Has demostrado que la valentía y la amistad pueden cambiar a las personas. Puede que el lobo no sea tan malo después de todo."

Desde aquel día, el lobo se convirtió en el protector del reino y Pulgarcito, aunque pequeño de estatura, se ganó el respeto de todos por su gran corazón. Juntos, demostraron que la verdadera grandeza no depende del tamaño, sino del valor y la amistad que llevamos dentro.

Y así, vivieron felices, siempre recordando la importancia de ser valientes y de nunca juzgar a los demás por su apariencia.

Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!