El Príncipe Rana y la Princesa Silente



Había una vez, en un hermoso reino llamado Valeria, un imponente castillo donde vivía la Princesa Bella. Ella era conocida por su belleza y amabilidad, pero había sido víctima de una terrible maldición que le impedía hablar.

La Bruja Malvina, quien deseaba apoderarse del reino, fue quien lanzó esa maldición sobre la princesa.

La única forma de romper el hechizo era recibir un beso del Príncipe Encantador antes de que el último pétalo de una rosa encantada cayera al suelo. El Príncipe Lucas, valiente y decidido a salvar a la princesa, partió en busca de la flor encantada. Sin embargo, mientras él se encontraba lejos del castillo, Malvina decidió aprovechar para hacer más daño.

Lanzó otro maleficio sobre el príncipe: lo convirtió en una rana.

Un día, mientras Bella caminaba por los jardines del castillo triste y desesperada por encontrar una solución a su silencio eterno y liberar al príncipe de su nueva forma anfibia, escuchó un croar extraño proveniente del estanque cercano. Al acercarse al agua, descubrió a la rana con corona que saltaba inquietamente. Al mirarlo a los ojos notó algo especial en ellos; había esperanza reflejada en sus pequeñas pupilas verdes.

"¿Eres tú el Príncipe Lucas?" preguntó Bella emocionada. "Sí", respondió la rana saltando hacia ella intentando comunicarse-. "Malvina me transformó, pero aún puedo ayudarte a romper tu maldición". Bella sonrió y asintió con la cabeza.

Juntos, idearon un plan para enfrentar a Malvina y deshacer los maleficios que habían caído sobre ellos. La princesa y la rana se infiltraron en el castillo de Malvina mientras ella dormía.

Sigilosamente, buscaron el caldero donde guardaba sus poderes maléficos y lo arrojaron al fuego. Al despertarse, Malvina se dio cuenta de que había perdido su magia maligna. Llena de ira, intentó lanzarles un último hechizo antes de que pudieran escapar, pero ya era tarde.

La maldición había sido rota. Bella volvió a hablar con una voz dulce y melodiosa mientras que el Príncipe Lucas recuperó su forma humana. Ambos se abrazaron emocionados por haber superado todos los obstáculos juntos.

El reino de Valeria celebró la liberación de sus amados príncipes con una gran fiesta llena de música y alegría. Bella y Lucas fueron coronados como Rey y Reina del reino, prometiendo gobernar con justicia y bondad para siempre.

Desde aquel día, la Princesa Bella aprendió a valorar no solo su belleza exterior sino también su valentía interior. Y el Príncipe Lucas comprendió que no importaba cómo luciera por fuera; lo importante era ser valiente e inteligente en su corazón.

Y así vivieron felices para siempre en Valeria, recordando siempre que las apariencias pueden engañar pero el amor verdadero es capaz de superar cualquier adversidad.

FIN.

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