El príncipe y el dragón dorado



En un lejano reino, había un hermoso castillo donde vivía un valiente príncipe llamado Mateo. Mateo era conocido por su bondad y valentía, siempre dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaran.

Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Mateo escuchó unos gritos desgarradores. Se acercó corriendo y vio a una anciana siendo atacada por un feroz dragón. Sin dudarlo ni un segundo, el príncipe sacó su espada y se enfrentó al monstruo.

- ¡Déjala en paz, vil criatura! -gritó Mateo con determinación. El dragón lanzó llamas de fuego hacia el príncipe, pero él logró esquivarlas hábilmente. Con cada movimiento de su espada, el príncipe demostraba su destreza en combate.

Finalmente, después de una intensa batalla, el dragón huyó asustado. La anciana se acercó temblorosa hacia Mateo y le dijo:- ¡Gracias, noble príncipe! Has salvado mi vida. - No hay de qué preocuparse, buena mujer.

Es mi deber proteger a los habitantes de mi reino -respondió el príncipe con humildad. La anciana le sonrió y le entregó una corona dorada como muestra de gratitud. - Esta corona perteneció a mi difunto esposo, quien también era valiente como tú.

Espero que la lleves con orgullo -dijo la anciana antes de desaparecer misteriosamente. Mateo se puso la corona en la cabeza y sintió cómo todo su ser se llenaba de energía y sabiduría.

Desde ese día en adelante, el príncipe gobernó con justicia y sabiduría en todo el reino. La gente lo admiraba por su valentía y generosidad para con todos.

Y así fue como gracias a su valentía ante el peligroso dragón, el príncipe Mateo recibió no solo una corona dorada, sino también el cariño eterno de su pueblo. Juntos vivieron felices para siempre en aquel hermoso castillo que ahora brillaba más que nunca bajo la luz del sol.

FIN.

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