El profesor de gimnasia y la lengua valenciana



Había una vez en un pequeño pueblo de Valencia, España, un profesor de gimnasia llamado Javier. Era un hombre amable y dedicado a enseñar a sus alumnos los beneficios del ejercicio y la importancia de mantenerse activos.

Un día, el director del colegio le pidió a Javier que diera una clase especial en valenciano para fomentar el uso del idioma local entre los estudiantes.

Al principio, Javier estaba emocionado con la idea y pensó que sería una buena oportunidad para promover la cultura y tradiciones de su región. "Buenos días, chicos y chicas. Hoy vamos a hacer una clase divertida en valenciano", anunció Javier con entusiasmo.

Pero para su sorpresa, algunos de sus alumnos comenzaron a murmurar entre ellos y a ignorar sus instrucciones en valenciano. Esto hizo que Javier se sintiera frustrado y decepcionado. "¡Chicos, por favor presten atención! Es importante respetar nuestro idioma y aprender sobre nuestra cultura", les dijo seriamente.

Sin embargo, los alumnos continuaron comportándose mal e incluso se rieron cuando Javier intentaba enseñarles nuevos ejercicios en valenciano. Esto enfureció al profesor, quien decidió tomar medidas drásticas para hacerles entender la importancia del respeto y la obediencia.

"¡Ya es suficiente! Si no van a participar correctamente en la clase, tendremos que suspenderla", exclamó Javier con voz firme. Los alumnos se quedaron sorprendidos por la reacción de su profesor, nunca lo habían visto tan serio antes.

Se dieron cuenta de que habían estado siendo irrespetuosos y decidieron disculparse con él. "Lo siento mucho, profesor Javier. No queríamos ofenderte ni menospreciar nuestra cultura", dijo uno de los niños avergonzado.

Javier los miró con comprensión y les explicó pacientemente la importancia de valorar su idioma y tradiciones. Les recordó que el respeto mutuo es fundamental para convivir armoniosamente como comunidad.

Desde ese día en adelante, los alumnos aprendieron a apreciar el valenciano y se esforzaron por usarlo adecuadamente tanto dentro como fuera del colegio. Javier se sintió orgulloso de ver cómo habían comprendido la lección y seguían disfrutando juntos de las clases de gimnasia en armonía y respeto mutuo.

Y así, gracias a esta experiencia, todos aprendieron que el respeto por nuestras raíces culturales nos une como sociedad y nos hace más fuertes juntos.

FIN.

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