El profesor redimido


En un pequeño colegio de un barrio tranquilo vivían tres amigos inseparables: Marcos, Luis y Felipe. Eran conocidos por ser los más traviesos de la clase, pero también los más inteligentes y valientes.

Un día, llegó al colegio un nuevo profesor. Se llamaba Don Severino y desde el primer momento demostró ser muy estricto y malhumorado. No pasó mucho tiempo antes de que empezara a suspender a los alumnos por cualquier motivo.

Marcos, Luis y Felipe se dieron cuenta de que algo no estaba bien. El ambiente en el colegio era tenso, todos tenían miedo de cometer algún error y ser suspendidos. Los tres amigos sabían que debían hacer algo al respecto.

- ¿Qué vamos a hacer con este profesor tan malvado? -preguntó Felipe preocupado. - No podemos permitir que suspenda a todo el colegio, tenemos que encontrar una forma de detenerlo -dijo Luis decidido.

Los tres amigos se reunieron en secreto en la biblioteca del colegio para idear un plan. Después de horas de pensar y discutir, finalmente tuvieron una idea brillante.

Al día siguiente, durante la clase de matemáticas con Don Severino, Marcos levantó la mano y le hizo una pregunta aparentemente sencilla sobre ecuaciones. El profesor, confiado en su propia inteligencia, no dudó en responder rápidamente. Sin embargo, cayó en la trampa que los niños habían preparado: la respuesta era incorrecta.

- ¡Eso es incorrecto! -exclamaron Marcos, Luis y Felipe al unísono. Don Severino se puso furioso al darse cuenta de su error frente a toda la clase. Los niños aprovecharon ese momento para demostrarle que nadie es perfecto y que todos cometemos errores.

Poco a poco, el corazón del profesor fue ablandándose gracias a la humildad y valentía de los tres amigos. Comenzó a comprender que sus métodos severos no estaban dando resultado y estaban afectando negativamente a los alumnos.

Finalmente, Don Severino decidió cambiar su actitud hacia sus estudiantes. Les pidió disculpas por su comportamiento anterior y les prometió ser más comprensivo y justo en el futuro. Desde ese día, el colegio volvió a ser un lugar feliz donde todos aprendían juntos en armonía.

Marcos, Luis y Felipe demostraron que con determinación y trabajo en equipo se pueden superar incluso las situaciones más difíciles.

Y así termina nuestra historia con una importante lección: nunca hay que rendirse ante las adversidades ni juzgar sin conocer realmente a las personas. Todos merecen una segunda oportunidad para cambiar y crecer como seres humanos.

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