El propósito de Blanquita
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un copo de nieve llamado Blanquita. Blanquita era diferente a los demás copos de nieve, ya que tenía la habilidad de hablar y moverse por sí misma.
Un día, mientras caía suavemente del cielo, Blanquita se dio cuenta de que no quería ser como todos los demás copos de nieve. Ella soñaba con hacer algo importante y único en su vida.
Así que decidió emprender un viaje para descubrir su propósito. Blanquita comenzó a rodar colina abajo hasta llegar a un hermoso bosque cubierto de nieve. Allí encontró a una ardilla llamada Nuez quien estaba buscando comida para el invierno. "Hola, Nuez", dijo Blanquita emocionada.
"¿Sabes cómo puedo encontrar mi propósito?"Nuez miró a Blanquita con curiosidad y respondió: "Quizás debas preguntarle al sabio Búho Sabino. Él vive en el árbol más alto del bosque".
Blanquita siguió las indicaciones de Nuez y llegó al árbol donde vivía Búho Sabino. El sabio búho la recibió amablemente y le dijo:"Blanquita, cada copo de nieve es especial en su propia forma. Tu propósito está dentro tuyo; solo debes escuchar tu corazón".
Animada por las palabras del búho sabio, Blanquita continuó su viaje hacia una montaña nevada cercana. En el camino, se encontró con un grupo de niños que construían un muñeco de nieve. "¡Hola, Blanquita!", exclamaron los niños.
"¿Quieres ayudarnos a construir nuestro muñeco de nieve?"Blanquita sonrió y aceptó encantada la invitación. Juntos, hicieron el muñeco más hermoso que jamás se haya visto.
Los niños estaban impresionados por la delicadeza y perfección de los copos de nieve que Blanquita les proporcionaba. Mientras observaba a los niños disfrutar del muñeco de nieve, Blanquita sintió una gran alegría en su corazón. Se dio cuenta de que su propósito era brindar felicidad y belleza a quienes la rodeaban.
Con su nuevo descubrimiento, Blanquita decidió regresar al pueblo donde había nacido. Allí encontró a un anciano llamado Don Antonio, quien vivía solo y pasaba sus días tristes y solitarios. "Buen día, Don Antonio", saludó Blanquita con cariño.
"He venido para traerle alegría". Don Antonio miró sorprendido al pequeño copo de nieve parlante y dijo: "No sabía que los copos de nieve podían hablar". Blanquita comenzó a danzar alrededor de Don Antonio mientras caía suavemente sobre él.
El anciano sonrió por primera vez en mucho tiempo y sintió cómo su corazón se llenaba de felicidad. A partir de ese día, Blanquita visitaba todos los inviernos a Don Antonio, llevándole alegría con cada copo que caía sobre él.
La historia del copo de nieve que podía hablar y traer felicidad se extendió por el pueblo, y pronto Blanquita se convirtió en un símbolo de esperanza y amor para todos. Blanquita había encontrado su propósito: llevar alegría a los demás.
Y aunque era solo un pequeño copo de nieve, había aprendido que cada uno tiene la capacidad de hacer una gran diferencia en el mundo.
Y así, Blanquita continuó su viaje cada invierno, llevando consigo la magia de la felicidad a todos los corazones que tocaba con sus delicados copos de nieve.
FIN.