El Propósito de Karina


Karina y Alejandra estaban sentadas en una nube esponjosa, mirando hacia abajo y observando el mundo desde arriba. El sol brillaba con fuerza y las risas de los niños resonaban en el aire.

- ¡Qué lindo es todo esto! -exclamó Karina, extasiada por la belleza que veía a su alrededor. - Sí, es maravilloso estar aquí arriba -respondió Alejandra, con una sonrisa radiante-. Es como un sueño hecho realidad.

Las dos amigas se quedaron un rato más disfrutando del paisaje celestial, compartiendo anécdotas y risas. Pero de repente, un resplandor dorado iluminó el cielo y un ángel apareció frente a ellas. - ¡Karina! -dijo el ángel con voz suave pero firme-, ha llegado el momento de regresar.

Tu misión en la Tierra aún no ha terminado. Karina miró sorprendida al ángel, sin comprender del todo lo que estaba pasando. Alejandra le apretó la mano con cariño y le dijo:- No te preocupes, amiga.

Sé valiente y confía en ti misma. Estaré aquí esperándote cuando vuelvas. Karina asintió lentamente, aceptando lo inevitable.

Se despidió de Alejandra con un abrazo cálido y se dejó guiar por el ángel hacia una luz brillante que la envolvió por completo. Mientras descendían de nuevo a la Tierra, el ángel le susurraba palabras de aliento a Karina, recordándole lo importante que era su presencia en ese mundo tan necesitado de amor y bondad.

Al llegar a su destino, Karina abrió los ojos lentamente y se encontró de nuevo en su habitación. Todo parecía igual que antes, pero algo había cambiado dentro de ella.

Ahora sabía que tenía una misión especial por cumplir: llevar alegría y esperanza a quienes más lo necesitaban. Desde ese día, Karina se convirtió en un rayo de luz para todos los que la rodeaban. Su bondad era contagiosa y su sonrisa iluminaba cada rincón donde iba.

Y aunque extrañaba a Alejandra y aquel cielo maravilloso, sabía que siempre estarían conectadas por esa amistad inquebrantable que trascendía cualquier distancia o dimensión. Y así, Karina siguió adelante con valentía y determinación, inspirando a otros a ser mejores personas cada día.

Porque entendió que no importa dónde estemos ni cuánto tiempo tengamos en este mundo; lo importante es dejar una huella positiva en él antes de regresar al cielo donde algún día nos reencontraremos con nuestros seres queridos para compartir eternamente esa amistad pura e incondicional.

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