El Propósito de Mateo y los Guardianes Estelares


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Estrellada, un niño llamado Mateo. Mateo vivía con su abuela en una casita humilde al borde del bosque.

A pesar de tener solo ocho años, Mateo no tenía amigos con quienes jugar y siempre se sentía solo. Una noche, mientras miraba por la ventana de su habitación, vio que el cielo estaba despejado y lleno de estrellas brillantes.

Una en particular parecía destellar más que las demás, como si quisiera llamar su atención. Intrigado, Mateo decidió salir a investigar. Al seguir la luz de la estrella, Mateo se adentró en el oscuro bosque.

A medida que avanzaba, las ramas crujían bajo sus pies y los sonidos nocturnos lo asustaban un poco. Pero la estrella lo guiaba con seguridad. Finalmente llegó a un claro donde descubrió algo maravilloso: un grupo de animales parlanchines reunidos alrededor de una fogata.

Había un zorro astuto, un búho sabio, un conejo travieso y una ardilla juguetona. "¡Hola! ¿Quiénes son ustedes?" preguntó Mateo sorprendido. El zorro respondió con una sonrisa amistosa: "Somos los Guardianes Estelares y hemos sido enviados por las estrellas para encontrar a alguien especial".

"¿A mí?" preguntó Mateo sin poder creerlo. El búho asintió solemnemente: "Así es, querido amigo. Las estrellas nos han dicho que posees un corazón puro y valiente". Mateo se sintió abrumado por la emoción y la felicidad.

Por fin había encontrado amigos verdaderos que lo aceptaban tal como era.

Los días pasaron y Mateo pasaba cada noche junto a los Guardianes Estelares aprendiendo lecciones valiosas sobre el respeto por la naturaleza, la importancia de ser fiel a uno mismo y cómo cultivar relaciones genuinas. Un día, mientras exploraban el bosque juntos, escucharon unos gritos provenientes de un arroyo cercano.

Corrieron hacia allí y encontraron a un cachorro atrapado entre las rocas y luchando por mantenerse a flote en el agua turbia. Sin dudarlo ni un segundo, Mateo se lanzó al arroyo para salvar al cachorro. Con esfuerzo logró sacarlo sano y salvo antes de regresar a tierra firme junto a sus amigos animals.

"¡Gracias por salvarme!" dijo el cachorro tembloroso pero feliz. Los Guardianes Estelares miraron orgullosos a Mateo: "Has demostrado tu valentía y compasión en acción, querido amigo. Eres digno de ser uno de nosotros".

Y así fue como aquella noche las estrellas guiaron a Mateo no solo hacia nuevos amigos sino también hacia su verdadero propósito: proteger y cuidar del mundo que lo rodeaba con amor incondicional.

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