El propósito encontrado


Había una vez un lindo peluche llamado Peluchito, que vivía en la habitación de una niña llamada Sofía. Junto a él, también había un jarrón con hermosas flores, un cuadro colgado en la pared y una pelota de fútbol.

Pero al lado de todos ellos, había un pedazo de plástico abandonado en el suelo. Peluchito siempre se preguntaba por qué el plástico estaba allí sin hacer nada.

Un día decidió acercarse y entablar una conversación:- ¡Hola, plástico! ¿Por qué estás tan triste y abandonado? El pedazo de plástico suspiró y respondió: - Nadie me presta atención porque no soy tan bonito como tú o las otras cosas aquí presentes.

Peluchito se apiadó del plástico y le dijo: - No te preocupes, todos somos importantes a nuestra manera. Tal vez solo necesites encontrar tu propósito. El plástico parecía confundido pero interesado. Decidieron buscar ayuda en los otros objetos de la habitación.

Primero fueron a hablar con el jarrón:- Jarrón, ¿puedes ayudarnos a encontrarle un propósito al plástico? El jarrón pensó por un momento y luego sugirió: - Podrías ser utilizado para guardar pequeños objetos o incluso como base para sostener algo frágil.

El plástico sonrió ante esa idea y agradeció al jarrón por su consejo.

Luego se dirigieron hacia el cuadro:- Cuadro, ¿tienes alguna idea para darle propósito al plástico? El cuadro miró detenidamente al plástico y dijo: - Podrías ser utilizado para proteger superficies o como material para crear algo nuevo. El plástico se emocionó aún más con esta idea y agradeció al cuadro por su consejo.

Por último, fueron a hablar con la pelota de fútbol:- Pelota, ¿qué piensas sobre el propósito del plástico? La pelota pensó un momento y luego respondió: - El plástico podría ser utilizado como parte de un juego o incluso para construir algo divertido. El plástico estaba lleno de alegría al escuchar todas estas ideas.

Ahora sabía que no era solo un objeto abandonado, sino que tenía muchas posibilidades. Juntos, Peluchito y el plástico comenzaron a buscar formas de poner en práctica las ideas que habían recibido.

El plástico se convirtió en una base para sostener los lápices en el escritorio de Sofía, también fue utilizado para proteger la mesa mientras pintaba y finalmente ayudó a construir una casita de muñecas utilizando diferentes piezas de juguetes.

Con cada uso del plástico, Sofía descubrió su importancia y lo cuidaba con cariño. Ya no era solo un pedazo abandonado en el suelo, sino una parte valiosa e indispensable en su vida diaria. Peluchito estaba feliz porque había podido ayudar al plástico a encontrar su propósito.

Aprendieron juntos que todos tenemos habilidades únicas y especiales, solo debemos buscar cómo utilizarlas para hacer del mundo un lugar mejor. Desde aquel día, Peluchito siempre recordaba esa lección cada vez que veía algo abandonado o desvalorizado.

Sabía que todos merecían una oportunidad para brillar y encontrar su propósito en la vida. Y así, vivieron felices, cuidando de cada objeto y valorándolo por lo que era.

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