El Protector del Bosque Encantado


Había una vez en un bosque encantado, un ogro muy amable llamado Rufus.

A diferencia de los demás ogros que asustaban a los animales del bosque, Rufus prefería cantarle canciones de cuna a los pajaritos y ayudar a las ardillas a recolectar nueces para el invierno. Su aspecto imponente y su piel verde no reflejaban su corazón bondadoso.

Un día, mientras Rufus recogía flores para hacer coronas y repartirlas entre los duendes del bosque, escuchó un llanto proveniente de detrás de unos arbustos. Se acercó con cuidado y descubrió a una pequeña hada herida en una pierna. Sin dudarlo, Rufus la levantó con delicadeza y la llevó hasta su hogar en lo profundo del bosque.

"Tranquila, pequeña hada. Voy a curarte tus heridas", dijo Rufus con voz grave pero reconfortante. Con cuidado, limpió la herida de la hadita y le vendó la pierna con hojas frescas.

La hadita sonrió débilmente y le dio las gracias con gratitud en sus ojos brillantes. "Gracias, Rufus. Eres el ogro más amable que he conocido", dijo la hadita mientras se acurrucaba para descansar. Rufus se sintió feliz por poder ayudar a alguien en apuros.

Durante días cuidó de la hadita hasta que sanó por completo y pudo volar nuevamente. La noticia sobre el acto amable de Rufus se extendió rápidamente por todo el bosque.

Los animales comenzaron a acercarse cada vez más al hogar del ogro sin temor alguno. Las mariposas revoloteaban alrededor de él mientras cantaba sus canciones favoritas y los conejos jugaban alegremente entre sus pies grandes pero gentiles.

Una noche oscura, cuando una tormenta amenazaba con arrasar el bosque, todos los habitantes del lugar buscaron refugio en lo profundo del bosque donde vivía Rufus. El ogro les abrió las puertas de su hogar sin dudarlo y les ofreció cobijo seguro durante la tormenta.

Los animales se sorprendieron por tanta generosidad proveniente de un ser tan imponente como un ogro. Pero comprendieron que la verdadera bondad no conocía límites ni formas preestablecidas. Al finalizar la tormenta, todos los habitantes del bosque salieron ilesos gracias al refugio ofrecido por Rufus.

Los pájaros cantaron melodías alegres y las flores desplegaron sus pétalos llenando el aire con dulces aromas como muestra de gratitud hacia el amable ogro.

Desde ese día, Rufus dejó de ser temido por su aspecto fiero para convertirse en el protector querido del bosque encantado. Y aunque seguía siendo un ogro grande y fuerte, ahora era conocido como "Rufus, el Ogro Amable".

Y así fue como aprendieron que nunca se debe juzgar a alguien por su apariencia exterior; porque debajo de esa capa puede esconderse un corazón noble lleno de amor y bondad.

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