El Protector del Pueblo



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un médico muy inteligente llamado Víctor Frankenstein. Aunque era muy talentoso, también tenía una locura que lo hacía actuar de manera extraña.

Un día, mientras investigaba en su laboratorio, Víctor tuvo una idea brillante. Decidió crear un ser único y especial utilizando partes de diferentes animales. Trabajó durante días y noches sin descanso hasta que finalmente logró dar vida a su creación.

Cuando el ser cobró vida, Víctor se dio cuenta de que había cometido un error. El ser era enorme y daba bastante miedo. Tenía brazos largos y fuertes, ojos rojizos y dientes afilados como cuchillos.

Pero lo peor de todo era que no sabía cómo controlarlo. El ser comenzó a hacer cosas malas por todas partes: rompía los muebles del laboratorio, asustaba a las personas del pueblo e incluso robaba comida de las casas vecinas.

Todos estaban asustados y preocupados por la criatura creada por Víctor. Un día, mientras el pueblo estaba sumido en el temor, llegó al pueblo una niña llamada Ana. Era curiosa e inteligente, siempre buscando aprender cosas nuevas.

Ana escuchó sobre la criatura creada por Víctor y decidió enfrentarla con valentía. "¡Hola! Soy Ana ¿Cómo te llamas?"- preguntó Ana acercándose al temible ser. El ser miró a Ana con sus ojos rojizos pero no respondió. "No tengas miedo"- dijo Ana amablemente.

"Sé que eres diferente pero eso no significa que debas hacer cosas malas. Todos cometemos errores, pero podemos aprender y hacer lo correcto". El ser se sorprendió por las palabras de Ana. Nadie había tratado de hablarle con amabilidad antes.

Empezó a darse cuenta de que sus acciones estaban lastimando a los demás y no era la forma en que quería vivir. "No quiero asustar a nadie más"- murmuró el ser con tristeza. "Pero no sé cómo cambiar".

Ana sonrió y tomó la mano del ser. "Nadie cambia de la noche a la mañana, pero puedo ayudarte a encontrar el camino correcto. Juntos podemos aprender sobre el bien y el mal, sobre cómo cuidar de los demás y respetarlos".

Así comenzó una hermosa amistad entre Ana y el ser creado por Víctor Frankenstein. Juntos exploraron libros sobre bondad, aprendieron habilidades útiles para ayudar a otros y descubrieron cómo utilizar su fuerza para construir en lugar de destruir.

Con el tiempo, el ser dejó atrás su vida llena de miedo y caos para convertirse en un protector del pueblo. Ayudaba a los agricultores en la cosecha, arreglaba las casas dañadas por tormentas e incluso cuidaba a los animales enfermos.

La gente del pueblo estaba asombrada por la transformación del ser creado por Víctor Frankenstein. En lugar de temerle, ahora lo admiraban y respetaban.

Víctor también aprendió una valiosa lección gracias al cambio positivo del ser: nunca es tarde para rectificar nuestros errores y siempre es posible encontrar redención.

Y así fue como aquel pequeño pueblo argentino encontró la esperanza en medio de la oscuridad y descubrió que el amor y la amistad pueden transformar incluso a aquellos que parecen perdidos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!