El Proyecto de los Valores
Era un lunes soleado en el Liceo Profesor Domingo González. Los chicos de 2° año estaban nerviosos porque ese día su profesora de orientación, la señora Mónica, les anunció que trabajarían en un proyecto especial sobre valores.
-Cuando lean la cartelera, verán que el proyecto se llama 'Los Valores en Acción' - dijo Mónica, sonriendo. - Cada grupo deberá elegir un valor y demostrar su importancia en nuestras vidas. ¿Alguna pregunta?
Los estudiantes comenzaron a murmurar entre ellos. Entre los más entusiasmados estaban Lucas, una gran persona que siempre se preocupaba por los demás, y Sofía, una chica creativa que siempre tenía ideas brillantes.
-Debemos hacer un grupo - le dijo Lucas a Sofía. - ¿Qué te parece si elegimos la empatía como valor?
-¡Genial! - respondió Sofía. - Podríamos hacer una obra de teatro.
Mientras tanto, en otra parte del aula, estaba el grupo de Mateo, quien siempre había sido considerado el más competitivo.
-¿Por qué no elegimos la honestidad? - sugirió Mateo. - Podemos crear una serie de anuncios sobre la importancia de ser sinceros.
-Mateo, eso suena un poco aburrido - intervino Ana, la más soñadora del grupo. - ¿Qué tal si hacemos un cortometraje en lugar de anuncios?
-¡Sí, eso suena más divertido! - exclamó Mateo, sorprendido por la idea. - Acepto.
Mientras los dos grupos se preparaban, cada uno con su propio enfoque del valor elegido, la señora Mónica decidió organizar una sesión de retroalimentación. Les pidió que se intercalaran y presentaran sus ideas a los demás grupos.
El día de las presentaciones llegó. Lucas y Sofía comenzaron su obra con un pequeño relato sobre cómo se sentía una niña que se sentía sola y cómo sus compañeros aprendieron a ponerse en su lugar.
-Cuando empezamos a sentir lo que siente otra persona, empezamos a entenderla - decía Sofía mientras actuaba. La sala aplaudió, y hasta Mateo pareció impresionado.
Después fue el turno de Mateo y Ana. Presentaron un cortometraje donde dos amigos se enfrentaban a un dilema: uno había olvidado un examen y se sentía tentado a copiar.
-Mateo, ¡eso fue increíble! - le dijo Ana. - Mostramos no solo la importancia de la honestidad, sino también cómo las decisiones son complicadas.
Al final del día, la señora Mónica dijo: - Estoy muy orgullosa de todos. Han mostrado su entendimiento sobre la empatía y la honestidad. Pero hay una tarea más...
-¿Más tareas? - exclamó un poco desencantado Lucas.
-No, no se preocupen. Quiero que piensen en cómo pueden llevar esos valores a su vida diaria. ¿Qué pasará si aplican lo que aprendieron? Me gustaría saber sus experiencias en una semana.
Una semana después, se volvieron a reunir. Lucas explicó que había comenzado a escuchar más a su hermana pequeña y a entender sus problemas. Sofía, por su parte, dijo que se había ofrecido a ayudar a una compañera que no entendía una clase.
Mateo confesó que había confrontado a un amigo que había mentido, invitándolo a hablar sobre la importancia de ser honestos, lo que había llevado a una conversación profunda y sincera. Ana, llena de alegría, había notado un cambio positivo en su relación con otros compañeros.
La señora Mónica sonrió. - ¿Ven cómo nuestros valores pueden influir en la vida de los demás? A veces, los pequeños actos hacen grandes diferencias.
Mientras se despedían, Lucas pensó que había aprendido no solo sobre los valores en sí, sino también sobre la importancia de ponerlos en práctica y cómo estos pueden fortalecer las relaciones y crear un entorno más amable.
El Liceo Domingo González no solo enseña materias, sino que también les enseña a ser mejores personas, y hoy ellos demostraron que los valores en acción son la base de una gran comunidad escolar.
Antes de salir del aula, Sofía lanzó una última idea. - Y si hacemos un mural en la escuela con los valores que trabajamos. ¡Sería una buena forma de recordarlo!
Todos se animaron, y así surgió una nueva propuesta que unió a todo el liceo en torno a un mismo propósito: hacer de su entorno un lugar donde los valores siempre estén presentes.
FIN.